En la catequesis con ocasión de la Audiencia General de los miércoles, el Papa Benedicto XVI hizo un llamado a poner en el centro de la sociedad "una presencia que evoque el misterio de Dios trascendente", pues "Dios y hombre caminan juntos en la historia".
Al reflexionar sobre el salmo 131, en el que el rey David se compromete a "no entrar en el palacio real de Jerusalén y a no descansar tranquilo hasta haber encontrado una morada al arca del Señor", el Santo Padre observó que "en el centro de la vida social debe haber una presencia que evoque el misterio de Dios trascendente".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El hombre no puede caminar sin Dios. "Dios y el ser humano caminan juntos en la historia y el templo tiene la misión de señalar de forma visible esta comunión", dijo el Pontífice ante los 20 mil feligreses reunidos en la Plaza de San Pedro.
Más adelante, el Pontífice hizo notar que a lo largo del salmo “Las promesas divinas hechas a David”, se manifiesta que “el alma de la liturgia está en la interacción entre sacerdotes y fieles por una parte, y el Señor con su potencia, por la otra”.
Al referirse a la oración del rey que pide a Dios no rechazar el rostro de su "ungido", el Papa explicitó cómo “es fácil intuir una dimensión mesiánica en esta súplica, inicialmente destinada a impetrar sostenimiento para el soberano hebreo en las pruebas de la vida".
"El término ‘consagrado’ traduce el término hebreo ‘Mesías’: la mirada del orante va así más allá del reino de Judea y se proyecta hacia la gran espera del ‘Consagrado’ perfecto, el Mesías que será siempre del agrado de Dios, por Él amado y bendecido”.
Al finalizar la audiencia, Benedicto XVI saludó en español a los feligreses de España, Argentina, Chile, Panamá y México presentes, a los que animó a pedir a la Virgen que "así como llevó al Hijo de Dios en sus entrañas, nos lleve también a nosotros en su corazón para alcanzar la santidad y la vida eterna".
Terminada la audiencia, y antes de retornar a Castel Gandolfo, el Papa se aproximó a la Plaza de Santa Marta para bendecir la estatua de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.