Al recibir las cartas credenciales del nuevo Embajador de Ecuador ante la Santa Sede, Francisco Salazar Alvarado, el Papa Benedicto XVI auguró que la profunda tradición católica de este país lleve a promover la transparencia y la honradez en la gestión pública.
El Pontífice recordó la visita que “siendo entonces Arzobispo de Munich y Freising, realicé a su país en el año 1978 para presidir, como Enviado Extraordinario, el III Congreso Mariano Nacional en Guayaquil”.
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Luego, señaló que Ecuador ”se ve aquejado también por problemas de orden económico, social y político. La búsqueda de medios para resolverlos es una tarea ardua que requiere siempre la buena voluntad y la colaboración de todos los ciudadanos de los diferentes estratos sociales, sobre todo de los responsables de las diversas instancias políticas y socio-económicas”.
“Urge, pues, esta unión de intenciones y voluntades para hacer posible una continua acción de los gobernantes ante los desafíos de un mundo globalizado, los cuales es necesario afrontar con auténtica solidaridad”, dijo el Pontífice, al referirse a las tensiones sociales por la que atraviesa el país.
El Papa destacó que “la transparencia y honradez en la gestión pública favorecen un clima de credibilidad y confianza de los ciudadanos en sus autoridades, y son la base para un desarrollo conveniente y justo”.
“El esfuerzo por atender las necesidades de los más desheredados debe considerarse una prioridad fundamental. Entre los que más sufren muchos pertenecen a las poblaciones indígenas, gran parte de la cuales están sumidas en la pobreza y la marginación”, agregó.
Benedicto XVI elogió las raíces católicas de Ecuador al destacar que “a lo largo de los años, varias personalidades de la política, de la cultura y del arte han manifestado públicamente su devoción a la Virgen” bajo la advocación de la Dolorosa del Colegio de Quito.
el amor de sus conciudadanos a Mariana de Jesús