El diácono Sebastian Hannig, que trabaja apostólicamente en la parroquia St. Willibrod, Colonia, y que sirvió al Santo Padre en la Misa de clausura de la JMJ Colonia 2005, señaló que “este mundo debe cambiarse con la santidad de los cristianos y de todos los hombres”, recordando las palabras de Benedicto XVI en la Vigilia del 20 de agosto en el Marienfeld.
En diálogo con ACI Prensa, el diácono manifestó que para él fue “una alegría que le hayan pedido realizar este servicio al Papa en la Misa de clausura de la JMJ Colonia 2005”. “Yo, me preparé mucho para este día sabiendo que podía hacer un servicio muy especial”, agregó.
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“Por un lado, un servicio para el Santo Padre, el servicio diaconal en la Misa y estar junto con él y poder celebrar el misterio más grande de nuestra fe que es la Eucaristía”, continuó Hannig y añadió “y por otro lado, estaba consciente de estar sirviendo a todos los jóvenes que vinieron aquí a Colonia, Alemania. Entonces, celebrar la Misa con mucha gente fue una experiencia muy impresionante y bonita”.
El servicio diaconal es un servicio silente durante la Eucaristía, pero Hannig tuvo la oportunidad de dar el saludo de la paz al millón 100 mil personas que se encontraban en el Marienfeld (Campo de María). Al comentar su experiencia en este instante, el diácono afirma que “ese es el momento previo a la Comunión. El sacerdote que celebra la Misa da la paz a todos y en esta oportunidad ese sacerdote fue el Santo Padre a través de mí. Fue un momento muy importante porque Cristo también nos da la paz verdadera”.
“En el momento de encontrarnos verdaderamente con Jesús en la Comunión, en la Eucaristía, es el momento en el que el verdaderamente nos da la paz. Y el Santo Padre nos da la paz de Cristo a todos los jóvenes que estaban ahí. Es un signo muy importante para este mundo”, aseguró el diácono de 27 años de edad.
“Entonces –prosiguió Hannig– cuando dije ´Gebt einander ein Zeichen des Friedens´ (daos fraternalmente la paz), entendí que era un signo para todos los jóvenes que estaban allá y todos los hombres que participaban en la Misa en todo el mundo a través de la televisión. Fue para mí un signo claro de mi posibilidad de ayudar para que este mundo esté más dentro de la paz de Cristo”.
Además de su experiencia sirviendo al Papa en esta Misa de clausura, Sebastian Hannig contó su experiencia de servicio a cargo de un grupo de 250 jóvenes del Movimiento de Vida Cristiana. “Esta semana ha sido un tiempo muy especial. Por un lado por la JMJ, todo lo bonito que nosotros hemos experimentado y lo que este grupo de 250 personas del Movimiento de Vida Cristiana hemos vivido como familia. No solamente los latinoamericanos sino también los de Canadá, Estados Unidos, Italia y Alemania. Somos como una familia y eso me ha dado mucha alegría, mucha felicidad”.
Para Hannig, que será ordenado sacerdote en junio del próximo año, de “todas estas experiencias muy hermosas, muy impresionantes, han quedado un campo que hemos preparado. La tierra está lista para recibir la semilla. Es como la naturaleza”.
fe pueda caer bien en los corazones de los jóvenes