En medio a fuerte y agresiva protesta por parte de fieles de la Iglesia Ortodoxa, la Iglesia Greco-católica de Ucrania mudó este domingo su sede de Lviv a Kiev, capital del país. Los ortodoxos, a pesar de las aclaraciones del caso, entendieron el hecho como una afrenta.

El anuncio fue hecho, por el Cardenal Lubomyr Husar, cabeza de la Iglesia Greco-católica de Ucrania –también conocida como Iglesia Católica de rito oriental, y la mayor de las Iglesias orientales en comunión con la Santa Sede- poco antes de la celebración litúrgica que presidió en el local donde se construye la futura iglesia de la Resurrección, a la que además de 3000 fieles, asistieron otros obispos católicos de rito oriental.

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En su homilía, el Cardenal Huzar insistió que la mudanza no pretende desafiar a nadie, sino que obedece al justo y lógico derecho de colocar la sede de la Iglesia Greco-católica en la capital cultural y política del país.

La Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev –una de las dos facciones que disputan el liderazgo entre los fieles ortodoxos del país- aceptó la mudanza, tanto así que envió a sus representantes a la celebración litúrgica. También lo hicieron representantes de la Iglesia Autocéfala de Ucrania.

El hecho irritó a la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú, a la que pertenece la mayoría de la población, quien acusa a los católicos orientales de proselitismo entre los fieles ortodoxos. Cabe indicar que de los 48 millones de ucranianos, se estima que solo 10 por ciento sean miembros de la Iglesia Greco-Católica. La semana pasada, el Patriarca Ortodoxo Ruso, Alexis II, indicó que de llevarse a cabo la mudanza, ciertamente afectaría las relaciones con el Vaticano.

En una entrevista televisada, el Cardenal Huzar se refirió a esta mudanza señalando que “no amenazamos a nadie, no es nuestra intención provocar ni amenazar a ninguna de las Iglesias ortodoxas”, repitiendo que la principal razón de la mudanza obedece a considerar lo propio que la sede principal de una Iglesia se localice en la capital de un país.

Los ortodoxos que participaron de la protesta, se reunieron a la entrada del templo, con banderas y estandartes de sus organizaciones, así como banderas rusas y ucranianas, a los gritos de “¡somos ortodoxos!”, “¡No a los uniatas en nuestra tierra!” y otras proclamas similares.

Oleg Makryag, un sacerdote ortodoxo, manifestó que “esta nueva iglesia que pretenden construir los Greco-católicos es una expansión del Vaticano. Ya tienen su sede en Lviv”, por lo que consideró este hecho una agresión.

Finalizando las acciones, el líder ortodoxo del Partido Derzhava, Gennady Vasilyev, amenazó asegurando que esta protesta es apenas el “primer paso de una serie de actividades similares que se realizarán continuamente. Queremos que los católicos abandonen sus pretensiones”.