En la tercera Misa simultánea de apertura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Colonia 2005, que se celebró en la ciudad de Düsseldorf, el Obispo de Mainz, Cardenal Karl Lehmann, afirmó ante una multitud de jóvenes que “ninguna dificultad los ha podido frenar. Se encuentra en el fondo una gran ansia de paz, lucha contra la pobreza y una cultura del amor. Los necesitamos nosotros también para la construcción del futuro de nuestro mundo”.
Seguidamente, al referirse al llamado de Dios, el Purpurado alemán, explicó que éste se reconoce “cuando nos saca de las masas" y "nos llama por el nombre que Dios nos dio el día del nacimiento y el día de convertirnos cristianos (por la fe y el bautismo), nombre que expresa la dignidad única en su género, que expresa la dignidad de cada ser humano”.
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“El viaje (para llegar a Colonia) corresponde al llamado –prosiguió– y a través de este viaje nos da Jesús una misión. Cada persona pone sus capacidades y carismas al servicio de la comunidad especialmente de la Iglesia”.
Luego de señalar que “somos nosotros quienes nos creamos una barrera para avanzar” en la vida, el Cardenal recordó que “la Jornada Mundial de la Juventud no quiere convertirse en una masa anónima, sino que quiere que cada uno de nosotros reciba un llamado y que cada uno de nosotros encuentre un lugar en la Iglesia. En la Jornada Mundial de la Juventud, muchos jóvenes descubren el llamado espiritual al servicio de Dios, ¡tanto mujeres como hombres! Al mismo tiempo somos llamados como Iglesia en los diversos significados de sus vocaciones: en la pequeña comunidad del matrimonio y familia, en nuestra comunidad parroquial, en nuestra diócesis y en nuestros países, más que nada también como iglesia del mundo que vive del intercambio de sus miembros. Allí tenemos que encontrar nuestro lugar completo”.
Al poner a los Reyes Magos como ejemplo de vida, el Purpurado explicó que “ellos no sabían lo que les esperaba. Pero ellos estaban buscando con pasión la verdad de sus vidas, la orientación de su completa existencia en un último apoyo y una infalible certeza en medio del desorden de nuestras vidas. Esta búsqueda es parte de las personas si estas mismas no se deforman”.
Finalmente exhortó a todos a andar “con esta estrella hoy y mañana a Colonia a nuestras tantas hermanas y tantos hermanos y convirtamos la ciudad en nuestro hogar”.