Al tomar la palabra durante la 11º sesión de la Convención para la prohibición o limitación del uso de algunas armas convencionales que pueden producir efectos traumáticos excesivos o indiscriminados, el Representante de la Santa Sede, Mons. Silvano Maria Tomasi, llamó a una moratoria en la producción y uso de armas de acción oculta, especialmente las minas antipersonales.
El Prelado señaló que el uso de determinadas armas en los numerosos conflictos regionales luego de la Segunda Guerra Mundial permiten hoy "hacer un juicio objetivo desde el punto de vista del derecho internacional humanitario, así como desde el punto de vista estrictamente pragmático sobre las consecuencias del uso de toda una categoría de armas”, especialmente las minas antipersonales.
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Mons. Tomasi destacó que las numerosas organizaciones humanitarias han hecho evidente hoy "la necesidad de una reflexión seria en torno a la legitimidad del uso de las minas”.
“Contamos por millones los muertos, los heridos y lisiados, víctimas de las minas, y constatamos claramente los obstáculos al retorno de los refugiados y en consecuencia al desarrollo de numerosas regiones contaminadas por las minas no explotadas”, agregó el Arzobispo.
La alta tasa de fallo de estas armas, y el alto costo civil, explicó Mons. Tomasi, ha llevado a algunos países a concluir que estas armas "plantearían un problema humanitario grave y desproporcionado respecto de la ventaja militar”.
“No podemos sino saludar esta opción de precaución y de responsabilidad”, agregó el Prelado; y anunció el pleno apoyo de la Santa Sede a la resolución del Parlamento Europeo llamando a “una moratoria inmediata en el uso, acumulación, producción y transferencia o exportación de minas”.
Mons. Tomasi destacó además que “una pausa de reflexión se impone”, pero sería insuficiente e inadecuado « limitar la reflexión a la cuestión del mejoramiento de la calidad de las minas, considerando que por su misma concepción, éstas no son armas de precisión”, que “hacen la distinción entre los objetivos militares y los civiles sumamente difícil, si no imposible”; por lo que “está en cuestión la legitimidad misma de estas armas”.