La Sala de Prensa de la Santa Sede emitió hoy un enérgico comunicado en reacción a un ofensivo artículo publicado en Israel por el influyente “Jerusalem Post” en el que importantes autoridades de Israel cuestionaron el “interés” tanto del Papa Benedicto como de su predecesor Juan Pablo II por las agresiones cometidas contra el estado judío.
La avalancha de críticas contra la Iglesia católica y el Sumo Pontífice por parte de numerosos comentaristas judíos alrededor del mundo siguieron al hecho de que el Papa Benedicto, al lamentar el domingo pasado la larga secuela de atentados terroristas producidos en el mundo, no mencionó por su nombre uno producido en Netanya, Israel.
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La nota de prensa recuerda que Juan Pablo II fue siempre contrario a toda forma de terrorismo y que los recientes ataques no son sino una estrategia para desviar la atención de las insostenibles acusaciones hechas al Papa Benedicto XVI.
Hacia el fin del día de ayer la Sala de Prensa de la Santa Sede distribuyó a los periodistas una nota reaccionando a las inaceptables declaraciones del Sr. Barkan, funcionario del Ministerio del Exterior de Israel, reproducidas por el Jerusalem Post el 26 de julio.
La nota afirma “la insostenibilidad de la acusación al Papa Benedicto XVI” y resalta que para sostenerla “se ha dirigido la atención hacia supuestos silencios de Juan Pablo II sobre los atentados de los años pasados contra Israel, inventando que, al respecto, el gobierno de Israel habría intervenido repetidamente ante la Santa Sede, y pidiendo que con el nuevo Pontificado esta cambie de aproximación”.
En puntos bien precisos la nota hace presente que por un lado “las intervenciones de Juan Pablo II contra toda forma de terrorismo en contra de Israel han sido numerosas y públicas”.
Asimismo, el comunicado deja claro que “no siempre es posible hacer una pública e inmediata declaración de condena ante cada uno de los atentados contra Israel”, entre otras razones, porque las reacciones de Israel ante dichos atentados suelen ser brutales, sanguinarias y totalmente desproporcionadas; algo que la nota explica, en tono diplomático, de la siguiente forma: “los atentados contra Israel eran seguidos por inmediatas reacciones no siempre compatibles con las normas del derecho internacional, por lo que hubiera sido imposible condenar a los primeros y dejar en el silencio los segundos”.
La parte final de la nota declara que “así como el gobierno israelí, comprensiblemente, no se deja dictar por otros aquello que debe decir, tampoco la Santa Sede puede aceptar el recibir directivas por parte de otra autoridad acerca de la orientación y los contenidos de las propias declaraciones”.