El Obispo Auxiliar de México y Presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), Mons. Guillermo Ortiz Mondragón, comentó que uno de los principales problemas de la sociedad actual es la falta de comunicación en las familias, que se transmite a otras esferas más amplias, como los medios de comunicación.

Mons. Ortiz Mondragón recordó el llamado que la Iglesia hace a la familia como la “escuela del más rico humanismo” por lo que tiene la responsabilidad de ser el “primer espacio de educación para superar la violencia”.

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La falta de comunicación dentro de la familia puede generar un clima de violencia generalizado, por lo que urge una “verdadera comunicación entre esposos que se escuchan, que se esperan para explicar y para escuchar, viven una relación verdaderamente en el amor, pueden tener espacios para resolver los problemas, pueden tener espacios para atender a sus hijos, cada uno como es, como va creciendo, entonces, en este sentido, el fortalecer la comunicación es fortalecer la seguridad dentro de la familia”, agregó que este es el “primer paso” para enfrentar la violencia que vive la capital mexicana.

Llamado a la buena comunicación

El Prelado realizó un llamado a los medios de comunicación para que transmitan la verdad y no sobredimensionen la información, que no sea sólo llamar la atención “de dar muchas explicaciones, de escarbarle para sacar algo que impacte, que si es el ciclón, que si es un secuestro, que si es un asesinato para no crear, más allá de la verdad, una tensión que pueda dañar a la familia y a la sociedad entera con un estado de psicosis, de temor, y en algunas personas frágiles, puede crear hasta paranoia”.

Finalmente, Mons. Ortiz recordó a los medios los ataques que han hecho a la Iglesia acusándola de “retrógrada, de que la Iglesia no promueve el desarrollo de la humanidad, o que quiere bloquear el avance de la ciencia”, olvidando que la Iglesia procura que “cada persona se desarrolle plenamente de acuerdo a cómo Dios lo ha creado, a cómo Dios le ha dado cualidades, valores, habilidades, para que pueda no solamente desarrollarse él mismo, sino ejercer un dominio, pero en el sentido de hacer producir la naturaleza, no de destruirla”.