La reciente denuncia del Cardenal Rosalío Castillo Lara, Presidente Emérito de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, sobre la falta de democracia en Venezuela, le valió una serie de insultos por parte del Presidente Hugo Chávez. El Purpurado aseguró que la reacción del Mandatario es sólo su “desahogo”.
En una entrevista concedida al diario El Universal, el Cardenal Castillo Lara señaló que “aquí ya no hay democracia ni Estado de Derecho. Lo que tenemos es un barniz de democracia” con “leyes aprobadas por una débil mayoría contra la Constitución”.
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Asimismo, dijo estar convencido de que hay una dictadura en el país y aseguró que “desde que llegó al poder, Chávez comenzó a tratar de dividir a la Iglesia en la jerarquía, entre los obispos y sacerdotes. Dividirla concediéndole beneficios a algunos, pero sólo a algunos, por debajo de la mesa, mientras que a los otros se los niega. Sólo que ha fracasado en su intento, porque todos los obispos, y subrayo, todos, están unidos en el mismo pensamiento. En la forma de expresarse puede haber una diversidad, pero en conjunto todos están de acuerdo”.
Chávez respondió a esta entrevista calificando al Purpurado de “bandido, golpista, inmoral”. Sin embargo, sus insultos no afectan al Cardenal Castillo Lara, de 82 años de edad.
El Purpurado, consideró que los insultos del Presidente “no son respuesta a cosas muy concretas que se dicen, son un desahogo. No me afectan en absoluto, porque las cosas se toman de quien vienen. Y, ciertamente, a mí me ofendería que una persona muy honorable me dijese eso. Pero en este caso, no, no le hago ningún caso. Las cosas son cosas concretas y no se pueden resolver con insultos, con difamaciones y cosas de esas. Es como agua que pasa sobre una roca y no le hace ninguna mella”.
El Cardenal consideró que éste es un momento muy delicado para el país y “se va resbalando progresivamente hacia una situación intolerable. Que Venezuela se convierta en una Cuba, eso sería un gravísimo desastre”.
También rebatió las acusaciones de Chávez contra el fallecido Arzobispo de Caracas, Cardenal Ignacio Velasco, a quien ha señalado como quien le pidió la renuncia en la isla La Orchila durante el intento de derrocamiento de abril de 2002.
El Purpurado precisó que “la dimisión fue solicitada por los militares”. Chávez “engendró un odio hacia el Cardenal Ignacio Velasco, luego que éste lo observara humillado en la isla de La Orchila. El hecho de haberlo visto humillado, como lo vio (Cardenal Ignacio) Velasco, y de haber pedido perdón y excusa por lo que hubiera tratado, eso le engendró un odio a este señor (Chávez) que lo llevó a insultarlo después de muerto, diciendo que estaba en el infierno”.
lloró delante de ellos