El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, exhortó a los católicos a no dar por terminado el combate por el verdadero matrimonio y la familia, porque defender estas instituciones es un servicio a la humanidad y no una moda, opinión del momento, “ni una baza política”.
Ésta “es una exigencia que procede de la comprensión de la dignidad del ser humano, de su carácter corporal y sexuado, y de su llamada a vivir en relación con los demás, en familia, en comunidad y en sociedad”, afirmó el Prelado en su carta semanal titulada “Al servicio del ser humano”.
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En el texto, llama a los españoles a no dar por zanjado este asunto aunque el Gobierno haya impuesto su opinión aplicando la “técnica del rodillo”. Asimismo, advirtió a los promotores de la ley que pasar por encima del parecer de quien se opone, sobre todo cuando viene del Senado y otras altas instituciones, va contra la democracia porque “elimina la importancia del debate parlamentario y social”, creyendo que porque ganan unas elecciones tienen “un cheque en blanco por cuatro años”.
Tras informar que “ya se está trabajando para plantear la inconstitucionalidad de la ley”, el Prelado denunció el intento del Gobierno por “aniquilar la fuerza social de las asociaciones de familia”, así como el intento de “demonizar” a quien se opone a la “ortodoxia gay más vociferante”.
Ante ello, llama a “las familias de fundación matrimonial” a ir a los medios de comunicación y dar sus argumentos con libertad y sin manipulaciones, “con el respeto sincero que merece la dignidad de las personas homosexuales”, porque la homofobia debe ser rechazada como toda desigualdad injusta.
La carta explica que “el Evangelio nos impulsa a ofrecer todos los medios humanos y espirituales para el bien de la genuina cultura matrimonial”, amparados en la ley inderogable de Dios que no aparece y desaparece como las leyes humanas.
Sobre la adopción de menores, señaló que este es un derecho de los hijos y “no de los adultos”. Advirtió que la ley discrimina a los huérfanos españoles” respecto de los de otros países, donde sí se respeta su derecho a tener “un padre y una madre”.
“Las familias cristianas tienen en este tiempo ocasión propicia para demostrar con su testimonio que la educación en el amor generoso no está a merced de los caprichos ni de los vericuetos de unas leyes que se han apartado de las verdades más elementales de la naturaleza humana”, destacó Mons. García-Gasco.
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