El Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, explicó que detrás de la ley que regula el “matrimonio” homosexual hay una visión del ser humano positivista y pragmática que no considera su naturaleza trascendente y lo reduce a lo puramente funcional.
“Hay una condición puramente positivista y pragmatista de la persona humana en la que su realidad, su dignidad, se ven reducidos a lo puramente funcional y a lo puramente aprovechado, es decir, no se ve al hombre como un sujeto trascendente en su consistencia personal, en su destino, independiente de cualquier poder que hay que respetar”, declaró el Purpurado en una entrevista emitida por Popular TV, al referirse al proyecto de Ley de “matrimonio” homosexual aprobado por el Gobierno el pasado 30 de junio.
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Al detallar los errores antropológicos de la actual legislación, el Arzobispo añadió que “no se ve al hombre en toda su conciencia y en su configuración espiritual, corporal, sexual, como una unidad y con una misión y un destino y forzosamente se va a privar a la experiencia humana, al desarrollo de la sociedad o se la va a dificultar del respeto y de la promoción del aquel ámbito donde el hombre nace, donde el hombre se educa, donde el hombre aprende lo más fundamental de la vida teniendo en cuenta las grandes exigencias de su dignidad y de su vocación".
A juicio del Cardenal, "tradicionalmente se ha argumentado que la ley positiva tiene que tener límites o estar fundamentada en una ley natural. Parece que este argumento ahora es difícil de formular, también es difícil de comprender", precisando que "no se puede volver a formular el Estado que nosotros tenemos que construir sobre unas bases que están en disposición del poder".
A continuación, el Cardenal mostró su preocupación por la generación de personas que está accediendo a los ámbitos de mayor responsabilidad social, incluidos los políticos. Se trata, dijo, de “una generación que no es del todo consciente de la gravedad de los problemas que ha habido en España en el siglo XX, ni del gran esfuerzo que se hizo en los años de la transición por parte de todos, para conseguir un ámbito superador de las grandes divisiones, un ámbito de reconciliación plena, al menos en lo político, en lo social, en los principios fundamentales de la democracia inspirada en el buen humanismo europeo, yo diría cristiano".
El Purpurado opinó que algunos creen que “los problemas que nos afectan son de naturaleza ordinaria, que se pueden resolver con mayores o menores tácticas, procedimientos y técnicas y no hay que tener en cuenta los grandes valores del hombre, los grandes valores de la historia, de España, de los grandes valores de la gran experiencia de la Historia de España".