El Papa Benedicto XVI recordó que la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, es no solo una grata memoria de estos dos grandes testimonios de Jesús, sino también la confesión de la Iglesia como una, santa, católica y apostólica.
La Eucaristía se celebró en la Basílica Vaticana a las 9:30 (hora local) y en el curso de ésta, el Papa bendijo e impuso los sagrados Palios al nuevo Decano del Colegio Cardenalicio, el Cardenal Angelo Sodano y a 32 Arzobispos Metropolitanos.
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Al inicio de su homilía, destacó que la Solemnidad de San Pedro y San Pablo es “sobre todo una fiesta de la catolicidad”. Haciendo referencia al pasaje bíblico de Pentecostés hizo notar que “el fin de la misión es una humanidad que se convierte ella misma en glorificación viviente de Dios, el culto verdadero que Dios se espera: es este el sentido más profundo de catolicidad- una catolicidad que ya nos ha sido donada y hacia la cual todavía debemos encaminarnos siempre nuevamente”.
Asimismo enfatizó que “catolicidad no expresa solo una dimensión horizontal; expresa también una dimensión vertical: solo dirigiendo la mirada a Dios, solo abriéndonos a Él podemos llegar a ser verdaderamente una sola cosa”. “Catolicidad- continuó- significa universalidad- multiplicidad que se convierte en unidad; unidad que permanece no obstante como multiplicada”.
Recordando al Apóstol de gentes dijo que “de la palabra de Pablo sobre la universalidad de la Iglesia hemos visto que hace parte de esta unidad la capacidad de los pueblos de superarse a sí mismos, para mirar hacia el único Dios. La unidad de los hombres en su multiplicidad se ha vuelto posible porque Dios, este único Dios del cielo y de la tierra, se ha mostrado a nosotros; porque la verdad esencial sobre nuestra vida, sobre nuestro “¿de dónde?” y “¿hacia dónde?”, se ha vuelto visible cuando Él se ha mostrado a nosotros y en Jesucristo nos ha hecho ver su rostro, a sí mismo. Esta verdad sobre la esencia de nuestro ser, sobre nuestro vivir y sobre nuestro morir, verdad que por Dios se ha vuelto visible, nos une y nos hace ser hermanos”.
“Catolicidad y unidad van juntos. Y la unidad tienen un contenido: la fe que los Apóstoles nos han transmitido de parte de Cristo… El hecho que catolicidad y unidad se hagan visibles a nosotros en las figuras de los santos Apóstoles nos indica ya la característica sucesiva de la Iglesia: esta es apostólica”, indicó.
“La Iglesia- continuó- es apostólica porque confiesa la fe de los Apóstoles y busca vivirla. Los Apóstoles y sus sucesores deberían estar siempre con su Señor y así, donde vayan, estar siempre en comunión con Él y vivir de esta comunión”.
Finalmente, El Santo Padre habló sobre la santidad de la Iglesia. “Esta no es santa por sí misma; consiste de pecadores- lo sabemos y lo vemos todos. Sin embargo, esta es siempre santificada nuevamente por el amor purificador de Cristo. Dios no solo ha hablado: nos ha amado muy realmente, amado hasta la muerte del propio Hijo”.