En la audiencia general de este miércoles celebrada en la Plaza San Pedro, el Papa Benedicto XVI recordó que ante el clamor de sus hijos Dios no permanece indiferente y no defrauda su esperanza.
Ante más de 30 mil fieles presentes en el recinto vaticano, el Santo Padre comentó el salmo 122, “La confianza del pueblo está en el Señor”, explicando que ante un justo que se ha confiado a Dios, Él no permanece indiferente, no ignora su plegaria, ni defrauda su esperanza.
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"Los fieles tienen necesidad de que Dios intervenga porque se hallan en una situación penosa de desprecio y de afrentas por parte de gente prepotente. Por eso, los justos confían su causa al Señor, que no permanece indiferente a los ojos que lo imploran, no ignora su invocación, ni defrauda su esperanza", dijo el Papa.
En su catequesis, el Pontífice hizo notar cómo “el fiel levanta sus ojos al Señor y espera una reacción divina”. De este modo, “el que ora está en la espera de que las manos divinas se muevan, para que ellas operen según la justicia, destruyendo el mal”.
Tras definir este salmo como “una súplica en la que la voz del fiel se une a la de la entera comunidad”, Benedicto XVI destacó que “el justo espera a que la mirada de Dios se revele en toda su ternura y bondad”.
Al final de la catequesis, el Santo Padre evocó a San Ambrosio, Obispo de Milán, cuando señalaba que “Cristo es todo para nosotros. Si quieres curar una herida, Él es el médico; si eres quemado por la fiebre, es fuente; si eres oprimido por la iniquidad, es justicia; si necesitas ayuda, es fuerza; si temes la muerte, es vida; si deseas el cielo, es camino; si fugas de las tinieblas, es luz; si tienes hambre, es alimento”.
Finalmente, el Papa entonó el Pater Noster con los miles de fieles reunidos en la plaza vaticana y concluyó impartiendo su bendición apostólica.