El día de hoy el Papa Benedicto XVI recibió a los participantes del peregrinaje de la diócesis de Verona y en sus palabras destacó la centralidad de la Eucaristía, así como la importancia de la familia en la sociedad.
Durante el discurso pronunciado en el aula Pablo VI, el Santo Padre resaltó la Eucaristía como “corazón de la Iglesia y de la vida cristiana” y citando al difunto Pontífice Juan Pablo II afirmó que “la Iglesia vive de la Eucaristía”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
“En la Eucaristía- continuó- Cristo está realmente presente entre nosotros. La suya no es una presencia estática. Es una presencia dinámica, que nos aferra a hacernos suyos, para asimilarnos a sí. Cristo nos jala hacia sí, nos hace salir de nosotros mismos para hacer de nosotros una sola cosa con Él”. Y destacando la importancia de la vida espiritual recordó que “depende esencialmente de la Eucaristía. Sin ella la fe y la esperanza se apagan, la caridad se enfría. Os exhorto a tener siempre mayor cuidado con la calidad de las celebraciones eucarísticas”.
Teniendo presente que uno de los principales temas del sínodo de la diócesis de Verona fue el de la familia, el Santo Padre recordó que ella “está llamada a ser ‘íntima comunidad de vida y de amor’, porque está fundada sobre el matrimonio indisoluble. No obstante las dificultades y condicionamientos sociales y culturales del actual momento histórico, los esposos cristianos no cesen de ser con su vida signo del amor fiel de Dios; colaboren activamente con los sacerdotes en la pastoral de los novios, de las parejas jóvenes, de las familias y en la educación de las nuevas generaciones”.
En sus palabras finales el Santo Padr exhortó a los participantes el tener presente que solamente “de la fuente inextinguible del Sagrado Corazón de Jesús se puede tomar la energía necesaria para vuestra misión. Sea vuestra preocupación alimentaros espiritualmente con la oración y con una intensa vida sacramental; profundizad el conocimiento personal de Cristo y tended con todo esfuerzo a aquella ‘alta medida de la vida cristiana’ que es la santidad”.