Un analista de la agencia Cubanet denunció que a pesar de los esfuerzos del régimen castrista por presentarse ante el mundo como respetuoso de la libertad religiosa, ésta sencillamente no existe.

“En la actualidad no puede hablarse de libertad religiosa en Cuba. La cierta libertad existente para profesar algunos cultos religiosos dista mucho de una auténtica libertad religiosa”, indicó Jorge Ramón Castillo en el artículo titulado “¿Hay libertad religiosa en Cuba?”

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“En Cuba no hay libertad religiosa. Una triste realidad que si sorprende a muchos es por la acertada manipulación que ejerce el régimen mediante su sofisticada, a veces sutil, maquinaria propagandística para confundirla con la libertad de culto”, advirtió.

Castillo repasó la historia nacional y constató que la “falta de libertad religiosa comenzó desde principios de la revolución en 1959. La Iglesia Católica fue la institución religiosa más embestida por la horda revolucionaria llegada al poder”.

El analista recordó que “un número considerable de sacerdotes y religiosos fueron detenidos y luego expulsados del país”, “todos los centros de beneficencia y escuelas católicas, clausurados”, mientras “afloraba el carácter anticlerical del nuevo gobierno revolucionario que, de algún modo, asemejaba la postura de otras revoluciones en relación a la Iglesia Católica y a la religión”.

Asimismo, denunció que “de forma sutil acosó a quienes se declararon creyentes, que eran expulsados de sus empleos y escuelas. No podían aspirar a carreras universitarias. Miles fueron recluidos en Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP)”.

“La UMAP se convirtió en una especie de campo de concentración para seminaristas, testigos de Jehová, creyente, hippies y toda persona considerada como lacra por el sistema socialista”, agregó.

Castillo recordó que incluso el Cardenal Jaime Ortega y Alamino, hoy Arzobispo de La Habana, “sufrió reclusión en uno de estos campos”.

Según el analista, “amilanados por la ideología imperante, millones de cubanos se apartaron de sus creencias y se confesaron ateos. Quienes se declararon creyentes se condenaron a sí mismos y a sus familias al más crudo ostracismo”.

Castillo sostuvo que solo “en los años 90s, después del colapso comunista en Europa del Este el régimen tuvo que aplicar algunas medidas sociales, políticas y económicas que evidentemente no hubiera concedido jamás”.

“Denominaciones cristianas separadas del catolicismo comenzaron a ganar espacio a partir de que sus elites se alinearon al régimen. Pastores protestantes ocupan hoy puestos en la Asamblea Nacional. Su apoyo incondicional al sistema socialista salió a la luz cuando tomaron parte en el litigio por el niño Elián González”, precisó.

jamás podrán compararse a los disfrutados antes de la revolución