El martes por la noche, con ocasión del último día del Mes de Mayo dedicado a la Virgen María, el Papa Benedicto XVI llamó a los católicos a ser como la Virgen, que acogió a Jesús y lo llevó a los demás.

El martes a las 8:00 p.m., fiesta de la Visitación de la Virgen, se realizó en los jardines vaticanos la tradicional procesión desde la Iglesia de San Esteban de los Abisinios (cercana al ábside de la basílica vaticana) a la Gruta de la Virgen de Lourdes.

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El Papa Benedicto XVI llegó a la gruta a las 9:00 p.m. y antes de impartir la bendición apostólica pronunció un breve discurso en el que señaló que “en el Año de la Eucaristía que estamos viviendo, María nos ayuda sobre todo a descubrir cada vez más este gran sacramento”.

“En la fiesta de hoy –continuó– recordamos la visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel, ya anciana, de la que todos decían que era estéril y sin embargo, por gracia de Dios, se encontraba en el sexto mes de embarazo, llevando en su seno a Jesús apenas concebido. María es una muchacha joven, pero no tiene miedo, porque Dios está con Ella, dentro de Ella”.

El Santo Padre afirmó que “en un cierto sentido se puede decir que su viaje fue –nos  gusta subrayarlo en este Año de la Eucaristía– la primera ‘procesión eucarística’ de la historia. Tabernáculo viviente del Dio hecho carne, María es el arca de la Alianza, en la que el Señor ha visitado y redimido a su pueblo. La presencia de Jesús la llena del Espíritu Santo”.

Tras subrayar que el encuentro de la Virgen con Isabel “halla su expresión en el cántico del Magnificat”, Benedicto XVI se preguntó: “¿No es quizá también esta la alegría de la Iglesia, que acoge incesantemente a Cristo en la sagrada Eucaristía y lo lleva por el mundo con el testimonio de la caridad operosa, llena de fe y de esperanza? ¡Sí, acoger a Jesús y llevarlo a los demás es la verdadera alegría del cristiano!”

toda nuestra vida será un Magnificat