El Arzobispo de Rosario y Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Mons. Eduardo Mirás, señaló que “la Eucaristía no es un premio a nuestros méritos sino un estímulo para el amor”, durante la Eucaristía celebrada por la Solemnidad de Corpus Christi.
También indicó que este sacramento “es el alimento que nos hace fuertes para poder vivir la libertad del Evangelio y nos compromete al esfuerzo cotidiano para no desentendernos de las necesidades del prójimo”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El Prelado recordó que “aunque oculto bajo los velos del pan y el vino, el Señor no se deja ver en este sacramento, sin embargo nos permite percibir claramente su presencia en el gozo que alcanzamos sintiendo su cercanía, en las inspiraciones que pone en nuestros corazones frente a las preguntas con que nos agobian las angustias de cada día y en la serenidad que nos produce saber que Cristo nos acompaña y participa de nuestra pobre vida humana”.
“Este sublime alimento –continuó– que no es un manjar material, sino una persona viva con la que se tiene la más íntima y misteriosa de las comuniones, nos reúne en un solo cuerpo. Por eso es imposible hacer verdadera comunión con Cristo si estamos divididos, o nos guardamos rencor, o no estamos dispuestos a reconciliarnos”.
El Presidente de la CEA destacó que “Jesús está en la Eucaristía entregado por nosotros para convertirnos en una familia de hermanos que tienen un mismo Padre. Nos incluye a todos en el compromiso de transformar el mundo en fraterno. Nos pide que seamos evangélicamente solidarios y caritativos con los demás, porque Cristo también está identificado con los otros”.
“Nuestra participación en su Sacrificio sería vana –prosiguió– si llegamos a él con el corazón salpicado de aversiones a los demás. La Eucaristía no es simplemente un símbolo que nos recuerda a una persona ausente. Junto con el signo de la comida y la bebida se ofrece la realidad, que es la persona de Cristo”.