Durante una Misa para la Asociación de Víctimas del Terrorismo de la Comunidad Valenciana, el Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, otorgó la insignia de la cofradía del Santo Cáliz a Francisca Marín Peña, un ama de casa que perdió las dos piernas en un atentado de ETA en 1990.
Después de la celebración en la Catedral de Valencia, Francisca Marín alentó a las víctimas del terrorismo “para que no se hundan en la desesperación sino que afronten con coraje de ánimo su nueva situación con el apoyo de sus familias y amigos”, informa la agencia Avan.
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Por su parte, el presidente de la Asociación, Juan Domínguez, declaró a la agencia que Francisca Marín, de 64 años, ha sido distinguida “como símbolo del sufrimiento en representación de todas las personas inocentes que padecen cualquier tipo de persecución”.