El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), terminó su 30º Asamblea Plenaria declarándose “en estado de misión” e hizo un llamado a los católicos de América Latina y el Caribe a asumir el reto de evangelizar otros continentes.
En el mensaje final de la Asamblea, titulado “Para que nuestros pueblos tengan vida”, los obispos aseguran que “con nuestras comunidades nos colocamos ‘en estado de misión’ buscando, en este Año de la Eucaristía, que el Señor Jesucristo permanezca con nosotros para hacernos capaces de comunicarlo a nuestros hermanos”.
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“En la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe, cuna de casi la mayor parte de los católicos del mundo, tiene que despertar el anhelo de llevar el Evangelio a otros países y Continentes, a quienes no ha llegado el anuncio de Jesucristo”, indican los obispos.
También explican que al inicio del tercer milenio, “América Latina y el Caribe son desafiados con fuerza por los cambios religiosos, éticos y culturales, que marcan los dolores de parto de una nueva época”.
Los obispos definen su camino misionero desde las siguientes expresiones: “Por el encuentro con Jesucristo, discípulos y misioneros, en la comunión de la Iglesia Católica al inicio del tercer milenio, para que nuestros pueblos tengan vida”.
Asimismo, señalan que “tenemos que orientar nuestro trabajo pastoral hacia la conversión de hombres, mujeres y jóvenes que viven en el hoy, cuyas convicciones vacilan, pero que buscan la libertad, el bien, la felicidad y la belleza en medio de la atracción de los medios de comunicación que pueden ofrecerles mensajes seductores que los confunden”.
“Remaremos mar adentro, navegando con frecuencia contra la corriente, pero con simpatía por cada persona, creada y recreada a imagen y semejanza de Dios, que tiene sed de su paternidad, de humanidad y fraternidad”, agregan.
Por la vida
Asimismo, los obispos lamentan que en los pueblos latinoamericanos y caribeños persista la pobreza, que ciertos gobernantes no velen por el bien común, “la incoherencia de aquellos católicos que no construyen la sociedad como discípulos del Señor, y de quienes dirigen los medios de comunicación social prescindiendo de la fe. Nos duele la marginación de los indígenas, a quienes no hemos dado el lugar que les corresponde”.
En este contexto, los obispos señalan que “el norte de todos nuestros afanes tiene que estar definitivamente marcado por la cultura de la vida: por el respeto a la vida, por el gozo de transmitir la vida, por la gestación de familias cristianas que sean santuarios de vida, por la plasmación de condiciones sociales y legislativas, que permitan a todos, especialmente a los más afligidos, pobres y marginados, llevar una vida digna de su vocación humana y cristiana”.