La Santa Sede alentó a las Naciones Unidas a reconocer “la naturaleza trágica y devastadora de la guerra” y hacer todo lo posible para que el mundo no vuelva a padecer una catástrofe como la Segunda Guerra Mundial.
El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Mons. Celestino Migliore, se dirigió a la LIX sesión de las Asamblea General de la ONU en Nueva York, que conmemora el 60º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.
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"No cabe duda que se trató de un terrible conflicto y que es a la vez saludable y juicioso recordar que fue la peor de las diversas catástrofes mundiales desencadenadas por el hombre que hicieron del siglo XX uno de los más amargos conocidos por la humanidad. La responsabilidad ante catástrofes como aquellas nos exige algunas consideraciones", indicó.
Según el Arzobispo, “una de las causas de la Segunda Guerra Mundial fue la exaltación del estado y de la raza y la orgullosa autosuficiencia de la humanidad basada en la manipulación de la ciencia, la tecnología y la fuerza”.
“El imperio de la ley ya no era un vehículo para la aplicación de la justicia. En segundo lugar, incluso aceptando que, en algunas circunstancias, el uso de la fuerza, limitado y estrictamente condicionado, podría ser inevitable para cumplir la responsabilidad de proteger a todos los estados y a la comunidad internacional, no habría que ahorrar esfuerzo alguno para llegar a soluciones pacíficas", explicó.
Mons. Migliore advirtió que "el reconocimiento de la naturaleza trágica y devastadora de la guerra nos urge a poner en tela de juicio no solo si la guerra puede ser legal y legítima sino ante todo si se puede evitar".