Con ocasión de la toma de posesión de la Cátedra de Roma el Santo Padre celebró la Eucaristía en la Basílica de San Juan de Letrán y explicó que el Obispo de Roma se sienta en la Cátedra para dar testimonio de Cristo”.
“Es el símbolo de la potestas docendi, aquella potestad de enseñar que es parte esencial del mandato de atar y desatar conferido a Pedro por el Señor”, indicó y agregó que “la Cátedra es una potestad de obediencia y de servicio, para que la Palabra de Dios pueda resplandecer entre nosotros”.
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Refiriéndose a su misión de Obispo de Roma dijo que la misión de todos los Sucesores de Pedro es “ser guía en la profesión de fe en Cristo, el Hijo de Dios vivo. Aquél que se sienta sobre la cátedra de Pedro debe tener la conciencia de ser un hombre frágil y débil, constantemente necesitado de purificación y de conversión. Mas él puede ser conciente que del Señor le viene la fuerza para confirmar a sus hermanos en la fe y tenerlos unidos en la confesión del Cristo crucificado y resucitado”.
También recordó el rol fundamental de los sucesores de los apóstoles, los obispos, en asegurar que todo cristiano testimonie a Cristo Resucitado.
Dirigiéndose a todos los obispos del mundo el Papa Benedicto XVI dijo que “en el sacramento de la ordenación episcopal les es conferida la gracia y la potestad necesarias para este servicio”.
Al final se dirigió a todos los romanos. Les agradeció por la generosidad, simpatía y paciencia, y recordó que “en cuanto católicos todos somos también romanos. En cuanto católicos, en algún modo, todos hemos nacido en Roma. Así quiero buscar ser con todo el corazón vuestro Obispo. Y todos nosotros queremos buscar ser siempre más católicos, siempre más hermanos y hermanas en la gran familia de Dios”.