La semana que pasó fue muy intensa para el Padre Georg Ratzinger. Además de lidiar con la avalancha de los medios, tuvo que salir al frente de ciertos medios que acusaron a su hermano, el Papa Benedicto XVI, de haber simpatizado con el régimen nazi.
Cuando el diario británico Sun, el tabloide más popular de Gran Bretaña, escribió “de las juventudes hitlerianas... al Papa Ratzi” en uno de sus titulares, Georg Ratzinger vio la necesidad de explicar con claridad el pasado de su familia y de su hermano.
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“Quien escribe tal tipo de cosas lo hace porque necesita escribir”, indicó el P. Georg con relación a los titulares más sensacionalistas y añadió que “quien escribe eso... no entiende los tiempos aquellos”.
En los tiempos de la Alemania nazi, los Ratzinger escuchaban en la radio las noticias de los aliados. “Era un acto de desafío simple pero riesgoso en la pequeña ciudad bávara. Nuestro padre lo hacía para que sus hijos supiéramos la verdad sobre los nazis y la Segunda Guerra Mundial”, recordó.
El P. Georg comentó que escuchar a los aliados “estaba absolutamente prohibido. Si te atrapaban te enviaban a un campo de concentración, así que lo hacíamos en secreto. Las noticias alemanas no eran ciertas. Mi padre quería escuchar lo que en verdad sucedía”.
Opciones como la de pertenecer a las juventudes hitlerianas a los 14 años y al ejército a los 18 años, permitieron la sobrevivencia al actual Pontífice y su hermano.
“(El Papa) No tenía alternativa. Tenías que unirte o te disparaban. Era un régimen brutal. Era una dictadura inhumana”, declaró el sacerdote y añadió que “no había nada bueno en ella. Él (el Papa) fue operador de radio. Nunca peleó. Eran tiempos duros y tuvo que mantener los cañones, pistolas y otros suministros”.
Según Volker Dahm, director de investigación sobre la era nazi del Instituto de Historia Contemporánea de Munich “aproximadamente el 90 por ciento de los jóvenes en Alemania formó parte de las juventudes hitlerianas. Negarse a pertenecer a ellas era condenarse a ser enviado a un campo de re-educación, algo similar a un campo de concentración”.
En 1943, cuando Joseph Ratzinger tenía 16 años, toda su clase del seminario fue convocada para ayudar en las baterías antiaéreas que defendían una planta de BMW y luego una fábrica de aviones en Oberpfaffenhofen, en la que se construyeron los primeros jets alemanes.
En 1944, fue obligado a servir en la construcción de diques antitanques en la frontera austro-húngara. “Un oficial del SS vino y nos obligó a enlistarnos”, según escribió el nuevo Papa en su libro autobiográfico Memorias 1927 - 1977. “Algunos se enlistaron en este grupo criminal. Yo tuve la suerte de decir que quería ser sacerdote católico y me echaron con insultos”, comentó en dicho libro.
Franz Haselbeck, un activista, aseguró que “Traunstein –adonde llegaron los Ratzinger– era como todas las otras ciudades en ese tiempo, todos debían formar parte del partido nazi. Existía tal represión que era imposible vivir una vida normal. Nadie podía. No hay forma en que un niño normal pudiese haber enfrentado eso”.
Personajes tan polémicos como, Abraham Foxman, director de la Liga Antidifamación de Estados Unidos, han salido en defensa del nuevo Pontífice. Foxman declaró que el Papa Benedicto XVI “es un sobreviviente de la tiranía y debe ser valorado como un hombre que vio lo peor de la humanidad y pasó el resto de su vida en pos de algo muchísimo mejor”.