Al presidir la séptima Misa de los novendiales en sufragio del Papa Juan Pablo II, Su Beatitud el Cardenal Pierre Nasrallah Sfeir, Patriarca de Antioquía de los Maronitas, recordó que el Pontífice “sostenía firmemente que cada ser humano debía ser acogido como un hermano”.

En la Eucaristía celebrada según el rito oriental, el Patriarca señaló que Juan Pablo II “no se ha ahorrado por el cuarto siglo de su Pontificado para que el mandato de Cristo se realice, considerando sus hermanos a todos los creyentes en Cristo”.

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El Cardenal Nasrallah recordó la actitud de Juan Pablo II de acoger a todos con caridad. “El mandato de Cristo de confirmar a los hermanos confiado a Pedro ha sido plenamente acogido por el Papa Juan Pablo II desde el inicio de su Pontificado”, indicó.

También recordó que “al inicio de cada año ofrecía sus directivas por las semanas de oración por la unidad de los cristianos. El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos encontró total disponibilidad y aliento. Ha emprendido una serie de viajes que le han permitido abrirse con extrema simplicidad y afecto a todos sus hermanos, manteniendo la apertura de su predecesor el Papa Pablo VI”.

Recordando la posición de la Iglesia con respecto al ecumenismo afirmó que ésta “acoge con esperanza el compromiso ecuménico como imperativo de la conciencia cristiana guiada por la fe e iluminada por la caridad”.

El Cardenal Nasrallah precisó que “Juan Pablo II se comprometió seriamente con las iglesias orientales católicas, dándoles un número en el código de derecho canónico. Ha seguido de cerca las dificultades que la iglesia oriental debía afrontar en un contexto histórico y geográfico complejo”.

Sobre la gestión diplomática del Papa, dijo que “su apertura no le ha impedido alzar la voz cuando los derechos humanos eran violados. Estableció relaciones diplomáticas con países que negaban a la religión cristiana el derecho a manifestar la propia fe”.

Finalmente, indicó que “ahora la oración nos renueva y es la oración de los hijos que invocan para él, el Buen pastor, la recompensa eterna en la casa del Padre. Es oración al Omnipotente y Misericordioso Señor y Padre para que obtenga pronto a nuestro inolvidable padre y pastor el reconocimiento en tierra de aquella santidad de la que ya goza en el cielo”.