Cientos de personas asistieron a la misa de exequias del Papa Juan Pablo II, celebrada el día de ayer en la Basílica del Santo Sepulcro por el Arzobispo Michel Sabah, Patriarca Latino de Jerusalén y Mons. Pierbattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa.
En su homilía Mons. Pizzaballa resaltó que “particularmente en Oriente Medio, el Papa Juan Pablo II ha sido una voz libre, la voz de la autoridad y el apoyo vigoroso a los débiles, a los últimos, a los pobres y a los que son despreciados”.
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Al recordar su visita a Tierra Santa en el año 2000, el Custodio franciscano anotó que “los gestos que el Papa realizó durante aquel peregrinaje histórico en el año 2000, constituyen un hito en el viaje espiritual de la Iglesia para estrechar los lazos con el judaísmo y el Islam”, y agregó que también se le recordará al Santo Padre por su esfuerzo para generar el diálogo ecuménico e interreligioso.
Entre los asistentes a la misa estuvieron el Cónsul General de España en Jerusalén, José María Ferré, y el embajador de la Unión Europea en Israel, el también español, Ramiro Cibrián-Uzal.
Asistieron también numerosos miembros de la Iglesia Ortodoxa, así como el representante para el culto cristiano del Ministerio del Interior de Israel.
De otro lado y pese a que fueron invitados, no asistieron el Patriarca de la Iglesia Greco-Ortodoxa, Irineos I; el representante más importante del Islam en Jerusalén, el mufti Akram Sabri; el gran rabino asquenazí de Israel, Yona Metzeger; ni el sefardí, Shlomo Amar.
Durante la celebración, se destacó un episodio ocurrido durante el peregrinaje de Karol Wojtyla a Tierra Santa cuando, luego de visitar la Basílica del Santo Sepulcro, pidió volver para rezar solo en donde está la roca que marca el Monte Calvario.