Todo inicia exactamente hace 35 años. La noche del 13 de mayo de 1981, mientras San Juan Pablo II está entre la vida y la muerte en el Policlínico Gemelli después del atentado en la Plaza de San Pedro. Justo ahí, en esa misma plaza miles de personas rezan juntas el Rosario a la Virgen de Fátima.
Año tras año la cita se vuelve infaltable para agradecer el milagro, para rezar por el Papa. De la pequeña parroquia de Santa Ana en el Vaticano se desata una pequeña procesión cada noche del 13 de mayo, recitando el rosario, hasta llegar a las ventanas del Palacio Apostólico.
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Las ventanas se abren y se iluminan cada vez. El Papa da a entender así con discreción su agradecimiento. Es un diálogo de oración, silencioso y delicado. Entre los fieles que rezan está también Angelo Gugel, el camarero personal de San Juan Pablo II, el hombre que lo sostuvo aquel 13 de mayo después de los disparos.
Pasaron los años y también después de la muerte de San Juan Pablo II la tradición continúa. No más con una procesión, sino con una oración solemne por la salud del Papa Benedicto XVI y ahora por el Papa Francisco, en la iglesia de Santa Ana.
También este año el 13 de mayo a las 8:30 p.m. se rezará "para que la Virgen María conserve la salud física del Papa Francisco, así como su fe viva, iluminada y valiente con la cual confirma a los hermanos y promueve en el mundo entero los valores del amor y la paz".
La oración será presidida por el Cardenal Ángelo Comastri, Vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano.
Traducido por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en ACI Stampa.