Según la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis escrita por el Papa Juan Pablo II en 1996, la comprobación de la muerte del Pontífice incluye una antigua tradición: el Cardenal Camarlengo, Eduardo Martínez Somalo, debió dar tres toques con un pequeño martillo de plata en la frente y llamarlo por su nombre de cuna.
Esta tradición se practicó después que los médicos oficiaron la comprobación oficial de su deceso. Posteriormente, el Camarlengo junto con el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Mons. Piero Marini, y otros personajes presentes en su lecho, comprueban su muerte y levantan la llamada Acta Auténtica de Muerte.
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El Cardenal Camarlengo tiene la misión de sellar el estudio y la habitación papales, el palacio lateranense y la residencia veraniega de Castelgandolfo.
El anuncio de la muerte corresponde también al Cardenal Camarlengo, quien debe comunicarla al Vicario de Roma, Cardenal Camillo Ruini, y éste debe comunicarlo al pueblo de Roma.
El Decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Joseph Ratzinger, tiene la tarea de dar la noticia de la muerte a los cardenales de todo el mundo, el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede y los Jefes de Estado de las respectivas naciones.
Aunque las exequias del Pontífice se celebrarán durante nueve días consecutivos, su cuerpo será sepultado entre el cuarto y el sexto día después de su muerte.