Líderes judíos, cristianos y musulmanes pidieron a las autoridades israelíes cancelar la marcha mundial del “Orgullo Gay” a realizarse en Jerusalén, a través de una manifestación conjunta.
La marcha mundial está prevista para agosto y durará de diez días. La última se celebró en Roma en el año 2000 y congregó un cuarto de millón de personas.
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El Gran Rabino de Israel, Shlomo Amar consideró que “ya tenemos bastante tensión en la ciudad por el plan de desconexión y no necesitamos tirar más fuego al aceite”. Amar pidió a los activistas homosexuales renunciar a este “terrible desafío” que “hiere a todas las religiones”.
Por su parte, el jeque Abed Al Salam Menasra, adjunto del muftí de Jerusalén, pidió no “provocar la cólera con una celebración impía y profanadora”, que podría conducir a la “pérdida de la ciudad”.
Asimismo, el Arzobispo Michel Sabbah recordó que “la santidad particular de Jerusalén requiere que tanto de aquellos quienes son creyentes y de los que no”; y el Nuncio Apostólico, Mons. Pietro Sambi, aseguró que “respetamos las ideas de todos, pero todos deben respetar los sentimientos de los habitantes de Jerusalén”.
Mons. Sambi advirtió que el desfile “no sería sólo una ofensa, sino una provocación para los judíos, cristianos y musulmanes de Jerusalén y del mundo entero”.
Hace unas semanas, el alcalde de Jerusalén, Uri Lupoliansky, miembro de la comunidad ortodoxa judía, calificó la marcha de “obscenidad”, y negó cualquier apoyo municipal.