Ante los insistentes y más recientes rumores sobre la eventual renuncia del Papa Juan Pablo II, el periodista católico italiano Vittorio Messori afirmó que “en nombre del abandono total en manos de la Providencia y de su concepción del papado, Juan Pablo II no renunciará”.
Messori reveló que él mismo, “constatando que la situación parecía empeorar de una forma tan visible”, se preguntaba recientemente si el Santo Padre “no estaría pensando en revisar su decisión” de no renunciar. Ahora está convencido de que “sea cual sea la evolución de las patologías que sufre Juan Pablo II, la Iglesia no contará con otro ex Papa”.
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“El nombre de Karol Wojtyla no se asociará al de Pietro Morrone, Celestino V, pontífice durante tan sólo cinco meses antes de la abdicación, al que la Iglesia terminó canonizando”, aseguró el periodista en un artículo aparecido en El Mundo.
Según Messori –quien afirma que en 2002 le fue “concedido el honor de hacer cesar las voces cada vez más insistentes sobre una eventual renuncia al papado por parte de Juan Pablo II” a través de un medio secular italiano–, para el Pontífice “renunciar sería ceder a la tentación de alejar de sí el peso de la cruz. Una cruz que seguirá llevando hasta el final a lo largo de ese calvario que para él significa hacer frente a las obligaciones diarias de su ministerio”.
Al referirse a la incapacidad del Papa de impartir oralmente la bendición Urbi et Orbi el domingo pasado, Messori reveló que una persona que estaba presente en aquella ocasión junto al Papa, le dijo que éste “habló de una forma perfectamente comprensible durante toda la mañana”.
“El bloqueo casi total de la palabra fue provocado por la emoción: ‘Un hombre –le comentó el mismo amigo de absoluta credibilidad– acostumbrado a hablar a grandes masas, el líder que ocupó el escenario mundial durante más de 20 años, se emocionó cuando, al asomarse a la ventana, vio la enorme multitud que llenaba incluso la vía de la Conciliazione. Se dio cuenta de que muchos lloraban. Por los bravos y los gritos (muchos en polaco) se dio cuenta del afecto que la gente quería demostrarle. Por eso, después de haber estado hablando tanto con sus colaboradores, sufrió una afonía nerviosa ante sus hijos”.
”Cinco años después, la enfermedad ha avanzado pero, por mucho que haya menguado la cantidad de trabajo que es capaz de realizar, la calidad sigue siendo la misma: ‘Su corazón está más abierto que nunca al amor del mundo entero, su cabeza es transparente, su memoria intacta y su capacidad de juicio lúcida’. Eso es lo que asegura una persona que estuvo en las estancias papales. Y así lo cuento”, concluye el autor de “Cruzando el umbral de la esperanza”.