A pocas horas de que el Tribunal Constitucional sostenga una audiencia pública para evaluar si se permite o no la comercialización de la píldora del día siguiente en el país, los obispos nacionales recordaron a los ecuatorianos que el fármaco es abortivo y nada justifica su uso.
El presidente del Departamento de Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Mons. Germán Pavón Puente, publicó un comunicado en el que sostiene que los embarazos precoces “constituyen ciertamente un grave problema. Pero un problema no se resuelve creando otros problemas ni, menos aún, recurriendo irresponsablemente a la solución criminal del aborto”.
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“No faltan quienes, envueltos en aires de falsa modernidad, llegan a proclamar el aborto como un derecho de la mujer a tomar decisiones sobre su propio cuerpo. Nada más falso, puesto que el ejercicio de la propia libertad tiene un límite infranqueable: el derecho a la vida de los demás. El nuevo ser concebido ya no es ‘su cuerpo’: es una vida nueva, distinta a la de la mujer que la concibió y nadie puede disponer de esa nueva vida”, advirtió.
En este sentido, recordó que la píldora del día siguiente “no es una medicina. Es un veneno asesino” que impide “la implantación del óvulo ya fecundado y detener así -en forma emergente, como dicen- una fertilización ya consumada. Y a esta realidad hay que llamarla por su nombre, más allá de sutilezas seudocientíficas y de manipulación de las palabras: simplemente se llama aborto”.
Sobre quienes abogan por el uso de la píldora en casos de violación e incesto, el Obispo advirtió que “la doblez del argumento se advierte por el carácter excepcional de esos supuestos, que no exigen la difusión masiva y económicamente rentable que se propone. Esos dolorosos casos reclaman, por lo demás, un tratamiento mucho más humano y complejo”.
“No se trata, entonces, de una cuestión primariamente religiosa. Es una cuestión que, perteneciendo también al orden religioso y moral, pertenece al orden básico y natural de la justicia”, aclaró.
Según el Obispo, “si queremos evitar las consecuencias negativas de una sexualidad irresponsable que se guía exclusivamente por el placer y el egoísmo, hay que ir por otro camino: el de una verdadera e integral educación sexual, que no se reduce a enseñar el uso del condón, de la píldora del día siguiente y otros artificios engañosos, que ya han demostrado su incapacidad para disminuir los embarazos no deseados o detener el alarmante crecimiento del VIH”.
“La Iglesia Católica está dispuesta a unir sus esfuerzos a los de todas las personas e instituciones de buena voluntad y colaborar en una verdadera educación sexual de niños, jóvenes y adultos. Hace un especial llamamiento a los jóvenes, mujeres y
varones, para que no se dejen atrapar por la corrupción y la mentira; y los invita a no tener miedo de vivir la castidad, de practicar una conducta sexual responsable y de alinearse decididamente en favor de la vida", concluyó.