El Cardenal Miguel Obando y Bravo, Arzobispo de Managua (Nicaragua) durante 35 años y una de las figuras más destacadas del episcopado latinoamericano, anunció implícitamente la aceptación de su renuncia y comenzó a despedirse de los fieles de la Arquidiócesis.
Tras anunciar, implícita pero claramente, que el Papa Juan Pablo II había aceptado su renuncia y nombrado un sucesor, el Purpurado comenzó a recibir muestras de afecto de diversas comunidades católicas en la ciudad y el país.
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El Padre Jacinto Carvajal, párroco del templo donde el Cardenal Obando y Bravo celebró el Domingo de Resurrección, señaló que el Purpurado “seguirá vivo en nuestros corazones, porque Usted ha sido el padre de todos los que estamos en esta Arquidiócesis. Usted siempre se queda entre nosotros, se queda en su persona, por sus obras, por su palabra, por su ejemplo y por su testimonio”.
Respecto de su legado espiritual y pastoral, el propio Cardenal Obando y Bravo, dijo el Viernes Santo que en sus 35 años de arzobispado hubo “sabores y cruces”.
“Hubo sus dificultades, algunos me acusan de que me metí en política, lo cual no es cierto porque no he militado en ningún partido, serví de mediador las veces que pude solo por el bien de nuestro pueblo, no para salir en cámaras”, dijo el Purpurado.
“A mí me han dicho de todo, desde 'comandante' Miguel hasta agente, de todo, porque en la vida hay diferentes matices, pero lo importante es servir al prójimo y ofrecerlo al Señor", agregó el Cardenal.
Fecunda trayectoria pastoral
El Cardenal Miguel Obando y Bravo fue nombrado Arzobispo de Managua en abril de 1970, presentó su renuncia al Santo Padre el 2001 al cumplir 75 años.
El Arzobispo participó como mediador en la toma de la casa del diputado José María “Chema” Castillo realizada por guerrilleros sandinistas y también lo hizo en 1978 cuando otro grupo sandinista asaltó el Palacio Nacional, sede del Congreso nicaragüense.
Fue creado Cardenal en 1985, en medio de fuertes tensiones con el gobierno Sandinista de entonces
En 1988 fue mediador en el proceso de pacificación de Nicaragua durante la guerra civil de los años 80, en Sapoá.
En los años 90, intervino durante la crisis desatada por grupos armados y las huelgas de los sectores sociales.
Desde enero de este año es testigo del diálogo nacional entre liberales, sandinistas y el gobierno.