El Arzobispo de San José, Mons. Hugo Barrantes Ureña, dedicó varios pasajes de su mensaje pascual a exhortar a los costarricenses a asumir la fe sin condiciones ni recortes y defender la vida de los no nacidos ante las campañas abortistas.
El Arzobispo advirtió que “desde una concepción relativista de la fe cristiana y una pertenencia condicionada a la Iglesia, algunos católicos pretenden construir un cristianismo y, consecuentemente, una Iglesia a su gusto, unilateral, fuera de la identidad y misión que Jesucristo nos ha dado constitutivamente”.
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“Hemos sido testigos del surgimiento entre nosotros de lo que algunos llaman un ‘cristianismo a la carta’, que no es sino la intención de una ‘iglesia propia’, constituida según las necesidades de su concepción religiosa”, indicó.
Asimismo, recordó que “la Iglesia no es una simple creación humana y, en consecuencia, no somos nosotros, según las exigencias del momento, quienes podemos modificar arbitrariamente esta Institución, aceptando cuanto nos favorece y desechando lo que implique exigencia y compromiso”.
“Transitar el camino del hombre de hoy, como elemento fundamental e imprescindible de la misión pastoral y evangelizadora de la Iglesia, exige de nosotros un conocimiento de la situación en la que el hombre se encuentra; es decir, requiere la comprensión del hombre actual a la luz del misterio de Cristo”, agregó.
El Arzobispo señaló que la Iglesia siempre ha reconocido “la enorme importancia de la familia para el desarrollo de la persona. Por esta razón, sentimos un enorme sufrimiento al constatar los hechos de violencia y desintegración que afectan a tantas familias costarricenses”.
También consideró que “la apertura que nuestra sociedad advierte hacia falsas ofertas de realización humana como los matrimonios entre personas del mismo sexo y el ejercicio de una sexualidad en pareja sin compromisos y en abierto detrimento de la fidelidad conyugal, expresan el difícil escenario que las familias afrontan hoy”.
Mons. Barrantes constató que “la vida humana, valor que identificamos como absoluto, prioritario y universal, pretende ser opacado en algunos sectores de nuestra sociedad”.
“No podemos guardar silencio ante la mentalidad abortista que olvida que toda vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción: Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida”, demandó.
En este sentido, pidió “optar por una ‘cultura de la vida’ que significa no sólo la denuncia de la violencia y de la muerte, sino el anuncio y el cultivo de la vida como valor supremo querido por Dios”.
asumir los trabajos del Evangelio