Todos los caminos y las esperanzas humanas se agotaron para Terri Schiavo, luego que este fin de semana la Corte Federal de la Florida rechazara la última apelación, y el Gobernador Jeb Bush declarara que no va a intervenir con la fuerza del poder ejecutivo.
“No estoy diciendo que no estamos abiertos a cualquier idea si aparece. Pero por ahora parece que el tiempo finalmente se acabó”, dijo el abogado de los Schindler, David Gibbs, al diario local St. Petersburg Times.
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A menos que el Gobernador Bush se retracte y ordene la conexión de la sonda de alimentación, no hay nada más que hacer para salvar a Terri.
Los manifestantes pro-vida participaron de una Misa el domingo por la tarde frente al centro de cuidados para pacientes terminales en Pinellas Park, donde se espera la muerte de Terri, y el sacerdote celebrante, el Franciscano Paul O’Donnell, consagró una Hostia que le sería administrada luego, tras la autorización de su esposo; quien inicialmente había rechazado la petición de que Terri recibiera la Comunión.
El P. Thaddeus Malanowski, el único autorizado para visitarla, dijo que le dio a Terri una gotas de vino consagrado; pero que no pudo darle una partícula de hostia como en el pasado, porque su lengua estaba demasiado seca, producto de la deshidratación.
El anuncio del sacerdote hizo que los militantes pro-vida prorrumpieran en apalusos y muchos de ellos tomaron una actitud hostil hacia la policía.
Las agresiones llevaron al hermanos de Terri, Bobby Schindler, a salir y pedirle a los manifestantes que cambien de actitud.
“No vamos a resolver el problema hoy siendo arrestados”; “Podemos cambiar las leyes, pero no vamos a cambiarlas hoy”, dijo Bobby.
A Terri le quedarían entre cuatro y cinco días de vida. Mientras tanto, los Schindler pasan su tiempo en una tienda de regalos frente al centro, que les fue donada para que permanecieran allí.