En una columna publicada en el Orlando Sentinel, Mons. Thomas Wenski, Obispo de Orlando, señaló que esta vez “la Semana Santa, la celebración anual de la pasión y muerte del Señor, se inicia con la pasión de Terri Schiavo”.
“La agonía de Terri ya ha comenzado y, a menos que se produzca algún milagro, el drama de Terri finalizará con su muerte”. Mientras que para algunos el retiro del tubo de alimentación de Terri es simplemente dejar que las cosas se sucedan naturalmente, para los defensores de la vida como Mons. Wenski es matar.
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Además de hacer una analogía entre la experiencia de Terri y la del Señor Jesús, el Prelado comparó a Terri con el actor Christopher Reeve, a quien se mantuvo vivo conectado a un respirador hasta que el año pasado falleció por causas naturales.
“Nadie duda de su heroica lucha por vivir y a todos nos edificó su valentía y la cercanía de su familia. Sin embargo Terri no va a ser mantenida viva por máquina alguna como en el caso de Reeve. Y eso que sólo necesita asistencia para alimentarse”.
“¿Acaso el hecho que pudiera hablar (Reeve) y que ella no, convierte en correcto privarla de los medios necesarios para que sobreviva? De ser así ¿cuántos de nuestros enfermos graves podrían dormir tranquilos mientras están al cuidado de un médico?”, cuestionó Mons. Wenski.
El Prelado citó el reciente libro del Papa Juan Pablo II, Memoria e Identidad, en el que el Pontífice afirma que la crisis “de nuestro tiempo está en que no podemos decidir lo que está bien y lo que está mal sin tener referencia de Dios”.
“Cuando matamos –señala el Obispo– usualmente inventamos excusas para nuestro crimen y relativizamos lo que hacemos mediante racionalizaciones”. Por ejemplo, no abortamos ‘bebés’, sino que extraemos ‘productos de la concepción’; y cuando le damos un cóctel a una persona dañada mentalmente, se lo damos porque ese tipo de vida es lebensunwerter Leben (“vida indigna de vida”), que era como justificaban la eutanasia en la Alemania nazi del tercer Reich”.