El derecho al desarrollo es un derecho inalienable de todos los hombres y pueblos, señaló el Arzobispo Silvano Tomasi, Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, durante su intervención ante la 61º sesión de la Comisión de Derechos Humanos, que evalúa el progreso de la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo de 1986.
“Casi 20 años después de la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo –dijo el Prelado– vastos sectores de la población del globo están todavía privados de un derecho proclamado con claridad en este importante documento”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Si bien se ha progresado mucho, reconoció Mons. Tomasi, “es necesario redoblar los esfuerzos ya que el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio se presenta en este momento como una meta muy difícil para los países menos desarrollados”.
“Todavía hay mucha pobreza en el mundo, dijo, y en muchas regiones han empeorado las condiciones sanitarias, subsiste el analfabetismo y la falta de acceso a los alimentos y al agua potable”, agregó.
Según el Nuncio, la experiencia demuestra que “la puesta en práctica del derecho al desarrollo tiene éxito si se centra en la persona y en las comunidades humanas, como afirma la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo”.
“La persona –añadió– debe ser parte activa y beneficiaria de este derecho. La red de instituciones educativas y sanitarias y los organismos de asistencia, por ejemplo, dirigidos por organizaciones que se basan en la fe, en sus acciones en favor de las personas más pobres del mundo, han demostrado ser motores de cambio y capacitación debido a que se concentran directamente en el ser humano y en el desarrollo sostenible”.
El Arzobispo subrayó también que “la colaboración debe superar las barreras geográficas y políticas” y debe incluir “la apertura de los mercados de los países desarrollados a los productos agrarios del Sur y el abaratamiento de los aranceles de ingreso para esos productos”.
catedrales en el desierto