En 1984, la argentina Ana Mon fundó la Federación de Apoyo Familiar y logró establecer muchos centros en los que las familias reciben ayuda y sus hijos pueden ser atendidos en un buen ambiente.
Ella y su esposo pertenecen a la Federación de Familias de Schoenstatt. Hace un tiempo, cuando estuvo en el Santuario de Schoenstatt, le pidió a la Santa Madre que le mostrara su misión. Obviamente, obtuvo una respuesta cuando vio a unos niños merodeando por la calle.
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“Las grandes ideas nacen en pequeños espacios. Mi trabajo comenzó una tarde lluviosa cuando vi a un grupo de niños removiendo la basura, buscando algo para comer. Inmediatamente pensé ‘mis hijos podrían estar ahí’. También me di cuenta que en vez de ponerme a llorar o quejarme debía hacer algo para ayudarlos. Con eso tenía suficiente”. Son palabras de Mon, quien es citada en un libro que narra el desarrollo de su obra.
Ana dirige una organización que ayuda a familias necesitadas, en las que ambos padres trabajan y no tienen quien pueda hacerse cargo de los hijos porque, además, no pueden pagar el costo de las guarderías diurnas.
El primero de estos hogares se llamó Casa del niño Esperanza y se fundó en La Plata, Argentina. Se fundaron luego en México, Bolivia, Uruguay, Venezuela, Perú, África y la India. Más de 7 mil 500 niños son atendidos actualmente. En el curso de 20 años aproximadamente, han sido casi 100 mil.
Estas casas colaboran con los padres en el cuidado de los niños y completan su educación mientras ellos trabajan. No albergan niños de la calle pero ayudan a prevenir que existan más en esa situación, que dejen la escuela o estén desnutridos. Gracias a su trabajo la delincuencia juvenil y la violencia familiar han disminuido.