El Papa Juan Pablo II hizo una breve aparición desde su ventana del Policlínico Gemelli para dar la bendición a los fieles que previamente escucharon sus reflexiones leídas en la Plaza San Pedro por el Arzobispo Leonardo Sandri.
En el texto leído por Mons. Sandri, el Santo Padre recordó que “Cristo, curando al ciego de nacimiento, se presenta como la luz del mundo. Él ha venido para abrir los ojos al hombre a la luz de la fe. La fe es luz que guía en el camino de la vida, es flama que conforta en los momentos difíciles”.
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“Para los creyentes –agregó-, nacidos a la vida sobrenatural con el Bautismo, la Cuaresma es tiempo favorable para venir a la luz, es decir para renacer del Espíritu, renovando la gracia y el compromiso bautismal”.
El Pontífice expresó su agradecimiento “por los tantos signos de afecto. Deseo manifestar un especial reconocimiento a la cercanía de los creyentes de otras religiones” algunos de los cuales “han querido venir aquí al hospital para rezar”.
“Continuemos juntos la preparación para la Pascua, ofreciendo a Dios también el sufrimiento, por el bien de la humanidad y nuestra purificación”.
Al final el Santo Padre encomendó a los cristianos a María “para que nos ayude a obtener de Cristo el don de una fe siempre más clara y más fuerte, para que podamos ser coherentes y valientes testimonios de su Evangelio”.
Al término del rezo del Angelus dominical, el Papa bendijo desde su ventana a los fieles que se reunieron, a pesar del frío húmedo romano, en una pequeña plaza desde la cual se puede observar las habitaciones en el décimo piso del Gemelli.