En un mensaje titulado “María, maestra y guía en el itinerario cuaresmal”, el Obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Antonio Ceballos Atienza, pidió vivir la Cuaresma desde la experiencia de María, como modelo de obediencia al Plan de Dios.
El Prelado explicó que “la Cuaresma es un tiempo muy importante en la vida de la Iglesia. Los cristianos vivimos hoy en una sociedad bastante secularizada, pero con toda la secularización de la sociedad que se quiera, los cristianos y las comunidades cristianas tendrán que imaginar cómo hay que vivir la Cuaresma en este siglo XXI, siendo permanentes en la oración, el ayuno y la limosna”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
“María, como nos dice el Papa Juan Pablo II en su mensaje para la Cuaresma del 2005, es nuestra guía en el itinerario cuaresmal. En esta Cuaresma, en la que la Iglesia celebra el año de la Inmaculada, os presento a María, como modelo para vivir el itinerario cuaresmal”, afirmó el Obispo.
El Prelado resaltó que “en ella encuentra todo cristiano, joven o anciano, y toda persona de buena voluntad el signo luminoso de la esperanza. En ella, encontramos el testimonio vivo de la travesía de la cruz, y de la vivencia del misterio pascual”.
“Considero –continuó el Obispo–, queridos hermanos, que, en esta Cuaresma la vida de fe de María puede iluminar nuestro itinerario de la cuaresma como camino hacia la Pascua. La travesía pascual de María, en el cumplimiento de su misión, puede inspirar nuestra travesía actual en la vida. Sea cual sea nuestra edad y misión como fieles cristianos laicos, personas consagradas o presbíteros, ella es nuestra maestra y guía”.
“La Madre se aferraba más y más al cumplimiento del Plan de Dios y quedaba en paz y la duda se transformaba en dulzura: Jesús iba creciendo, todo sigue en silencio, no existe ninguna novedad. De ella, se dijo, que todas las generaciones le llamarían bienaventurada. Esto parecía imposible. Su vida transcurría de forma sencilla en Nazaret, como una vecina más”, expresó el Prelado.
“Su secreto fue éste: no resistir, sino entregarse. Ella no podía cambiar nada: ni la misteriosa tardanza de la manifestación de Dios, ni la rutina, ni el silencio de Dios, ni la prueba del desgaste. Solamente la entrega en un total abandono en los planes de Dios libró a María del peor escollo de su peregrinación. Así hizo María la travesía de los treinta años, navegando en el barco de la fe adulta”, añadió.
“Un día fuimos llamados y se nos confió una misión. Nuestra historia personal encuentra en esta escuela de María un hondo sentido. Los primeros años todo es novedad. Ha pasado algún tiempo y sin saber cómo y sin que nadie se diera cuenta, la novedad y la ilusión se murieron. Y ahora resulta difícil ser fiel a la vocación a la que hemos sido llamados, y mucho más difícil seguir adelante. Nos falta la frescura del primer amor, nos falta el fervor de los santos y la audacia evangélica”, añadió el Prelado.
“No tengamos miedo, tenemos a María como nuestra maestra y guía, nuestro modelo de identificación en este camino de la cuaresma que prepara a la pascua”, concluyó.