En una reciente edición, el diario El Mundo publicó una alentadora crónica con diversos testimonios de vocaciones religiosas fuera de lo común: viudos y viudas con hijos y nietos que ahora son sacerdotes y religiosas.
En la nota titulada “Los reservistas de la Iglesia”, el periodista José Manuel Vidal presenta testimonios como el del Padre Manuel Villa, casado durante 35 años, con cuatro hijos y 12 nietos, “quien abandonó su trabajo de viajante de comercio para dedicarse al sacerdocio. Desde 1996 ejerce como sacerdote en Valladolid”.
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Otro caso es el de Francisco Sánchez Alias, 74 años, jefe de personal del matadero frigorífico de Abrera, una empresa con mil 500 trabajadores. Un día conducía su automóvil acompañado de su esposa y tras un accidente, ella perdió la vida.
“Cuando Francisco recobró la conciencia estaba en el hospital sin su mujer. ‘Pregunté por ella y, después de alguna evasiva, vino el forense y me dijo que había muerto. Y en ese mismo momento pasó por mi mente un flash de la vida religiosa’. Cuatro años después se hizo monje cisterciense y hoy es Abad del monasterio de La Oliva en Navarra”, escribe el diario.
El Alférez
Con cinco hijos y 12 nietos, “Benito Santos Santorum, de 87 años, fue alférez provisional en la Guerra Civil, que él llama ‘cruzada de liberación’. Luchó en Somosierra, en Guadarrama y en todo el frente del sur, hasta llegar a Córdoba. Y de ahí se fue a África, donde estuvo 13 años en la frontera del protectorado francés. ‘Allí pasé la Segunda Guerra Mundial en medio de asesinatos, robos y espías. Mandaba a 150 policías moros’”.
“Hasta que un día se queda viudo ‘en menos de media hora’. A los seis meses de la muerte de su esposa, Benito decide hacerse sacerdote, consciente de que ‘a lo mejor no me querían por la edad’. Benito se ordenó en 1994, a los 76 años. Los domingos va a suplir las ausencias de los párrocos rurales. ‘He hecho unos 30 mil kilómetros en los últimos cinco años’”, agrega el artículo.
“Para Dios no hay edades. Me siento feliz, porque estoy envuelto en Dios”, expresa el P. Benito.
Agente de tráfico
“José María Baños, 61 años, llegó a brigada de la Guardia Civil y estuvo mucho tiempo destinado en Alfajarín, Cariñena y Egea de los Caballeros. Hoy es párroco de Torres de Berrellen y otros tres pueblos, en la misma zona donde antes ponía multas”.
Tras la muerte de su mujer, “le empezó a rondar la idea de entregarse a Dios en el sacerdocio. Un día reunió a sus cinco hijos y les dijo: ‘Quiero ser cura’. La mayor le contestó: ‘Si vas a ser feliz, te apoyamos’. Se ordenó a los 60 años, después de estudiar teología durante seis años”.
Ingeniero de barcos
“Seguir juntos en Dios” fue el consejo que le dio su mujer, poco antes de fallecer, a José María Valero de Lerma, de 71 años, ingeniero naval en Astilleros, director de estudios de Campsa y profesor de la Escuela de Ingenieros Navales de Madrid. Y para seguir el consejo, se matriculó en Teología en la Universidad de Comillas. Allí fue madurando su vocación sacerdotal. Fue ordenado sacerdote por el Cardenal Antonio María Rouco a los 68 años rodeado de sus cuatro hijos y de sus cuatro nietos”.
“Fue un privilegio. Porque ser sacerdote es un privilegio. Sobre todo, cuando consagras el cuerpo y la sangre de Cristo y llamas a Dios a que venga, y cuando perdonas los pecados en nombre de Dios”, sostiene el P. José María.
Religiosa con 10 hijos
La crónica destaca también el caso de sor Julia Martín. “Algunos domingos del año, el monasterio de San José y Santa Ana de las agustinas descalzas de L'Olleria (Valencia) se llena con la algarabía de los 18 nietos de sor Julia, de 80 años, una viuda con 10 hijos, que entró en el convento a los 73 años”.