El Papa Juan Pablo II envió a Mons. Paul Josef Cordes, Presidente del Pontificio Consejo “Cor Unum”, como enviado especial al sudeste asiático y dirigió un mensaje donde exhorta a que “esta catástrofe sirva, con la gracia de Dios, para crear un futuro de mayor generosidad, cooperación y unidad al servicio del bien común”.
En el mensaje, fechado el 22 de enero, el Santo Padre pidió al Prelado que transmita su cercanía y solidaridad “a todos los afectados por la tragedia del tsunami y sus consecuencias”.
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“La enorme devastación y pérdida de vidas provocadas por el reciente maremoto en el Sudeste asiático han suscitado en todo el mundo una vasta reacción acompañada de una movilización masiva para aportar ayuda humanitaria”, afirmó el Papa y agregó que “estoy profundamente agradecido por los esfuerzos del Pontificio Consejo 'Cor Unum' y de los numerosos organismos caritativos católicos para ayudar a las personas afectadas por esta terrible catástrofe natural”.
El Pontífice expresó que “rezo para que la solidaridad demostrada por nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo sea fuente de aliento, perseverancia y esperanza para todos en la gran tarea de reconstrucción. Invito al mismo tiempo a los seguidores de las diversas religiones a trabajar juntos para ofrecer consuelo y ayuda a los que lo necesitan”.
“¡Que esta catástrofe sirva, con la gracia de Dios, para crear un futuro de mayor generosidad, cooperación y unidad al servicio del bien común por parte de los individuos, los pueblos y las naciones!”, añadió.
“Espero que la comunidad cristiana se vea impulsada a una confianza más profunda en la misteriosa providencia de Dios y a una unión cada vez mayor con el Señor Jesús en el misterio de su sufrimiento y Resurrección. Invoco para las autoridades civiles y para todos los comprometidos en la tarea de ayuda los dones divinos de la sabiduría y la fortaleza”, concluyó el Santo Padre.
Por su parte, el Consejo “Cor Unum” publicó un comunicado donde recordó que el objetivo del viaje a Asia del Arzobispo Cordes es “testimoniar en persona la cercanía y la solidaridad del Papa y de la Iglesia a los que sufren las consecuencias del maremoto y, al mismo tiempo, contribuir a la coordinación de las múltiples iniciativas de los organismos católicos que trabajan en la zona desde aquel dramático 26 de diciembre”.