El Papa Juan Pablo II aseguró en la audiencia general de los miércoles celebrada en el Aula Pablo VI, que en los momentos de mayor dolor es cuando más se debe recurrir a la oración confiada.
Al meditar sobre el Salmo 114, "Acción de gracias", el Papa señaló que "la oración nos ayuda a descubrir el rostro amoroso de Dios. Él no abandona nunca a sus fieles, garantizándoles que, no obstante pruebas y sufrimientos, al final triunfará el bien".
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"La invocación de ayuda dirigida al Señor, nos muestra el gran valor de la oración. Ante el grave peligro, el fiel se aferra a Él, como a su única tabla de salvación, y expresa el agradecimiento por la liberación obtenida", agregó.
El Santo Padre destacó que "la fe auténtica siente siempre a Dios como amor, también cuando en algún caso puede resultar difícil comprender hasta el fondo los motivos de su actuación. Es siempre cierto que 'el Señor protege a los humildes'. Por eso, en la miseria y en el abandono se puede contar con Él".
Juan Pablo II afirmó que el salmista "expresa agradecimiento al Señor por haberle concedido lo que pedía: 'Amo al Señor porque escucha la voz de mi súplica; porque inclinó su oído hacia mí el día en que le invoqué'. Justo después de esta declaración de amor se describe la angustia de la muerte que atenaza la vida del orante".
"De aquel abismo trágico -continuó- se lanza un grito hacia el único que puede tender la mano y arrancar al angustiado orante de aquel dédalo intrincado: '¡Te lo suplico, Señor, salva mi alma!'".