El Arzobispo de Québec y Primado de Canadá, Cardenal Marc Ouellet, hizo un llamado a "un debate en serio" sobre la ley federal que propone legalizar las uniones de personas del mismo sexo. Asimismo advirtió que esta ley "amenaza con generar un problema cultural cuyas consecuencias negativas son todavía imposibles de predecir."
"Como ciudadano canadiense y Primado de Canadá, siento que es mi deber expresar mi preocupación y mi desacuerdo, como el de gran parte de canadienses, que me han pedido salir al frente para hacer pública su opinión sobre lo que esto significa y las consecuencias de esta propuesta", indicó el Purpurado en una carta abierta con fecha 22 de enero.
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La carta titulada "Matrimonio y Sociedad: por un voto libre e iluminado en el Parlamento", fue publicada en el diario Le Devoir (El deber), y apareció en el sitio web de la Arquidiócesis de Québec el sábado pasado.
En una decisión tomada por la Corte Suprema canadiense el 9 de diciembre de 2004, se declaraba que el "matrimonio" entre personas del mismo sexo estaría de acuerdo a lo que la Constitución de ese país establece.
"Contraria a la interpretación que ha sido propalada por los medios, la decisión de la Corte Suprema no tiene fuerza de ley y no ha generado ningún cambio en el marco legal actual", señaló el Cardenal Ouellet e insistió en que "son los miembros del Parlamento quienes tienen que decidir sobre este asunto".
Indicó también que el "matrimonio" de personas del mismo sexo "alteraría la institución del matrimonio al ignorar sus dos fines esenciales: la procreación y educación de los hijos, dentro del contexto del amor de un hombre y una mujer, garantía del futuro de la sociedad." "La unión de personas del mismo sexo no puede aportar esta contribución esencial a la sociedad, ya que carece de esta propiedad conyugal de complementariedad que define la institución del matrimonio", explicó.
"Tratar de colocar dos cosas distintas bajo la misma categoría legal sería equivocarse al no reconocer que son efectivamente, distintas. Sería también utilizar las palabras con un significado equivocado, cuando éstas existen para designar objetivamente la realidad y no para adecuarlas a nuestros deseos", señaló.
El Cardenal Ouellet reconoció que los niños son criados en distintas situaciones familiares, pero dijo que "la mayoría de los canadienses le otorgan a los niños el mayor beneficio cuando son criados por un padre y una madre".
Insistió también en que el futuro de los niños debe permanecer como una prioridad en el debate. "No es competencia de la ley afirmar si otro modelo de pareja le proporcionará al niño el mismo apoyo en el proceso de crecimiento" y añadió que "hacer eso sería generar una nueva clase de discriminación entre niños que son criados por un padre y una madre; y niños que no"
"Corriendo el riesgo de ser juzgado como 'políticamente incorrecto,' necesitamos recordar que la ley que está en discusión es ofensiva para la moral y para la sensibilidad de muchos ciudadanos, católicos y no católicos", escribió.
El Purpurado dijo que se sintió alentado por la fuerte reacción de la gente contra la ley y se refirió a ella como "un signo de que el sentido común aún tiene probabilidades de prevalecer y que la decisión correcta de quienes tienen en manos este asunto debe llevar a la confirmación de la definición tradicional del matrimonio".