El Papa Juan Pablo II aseguró hoy que “la fe en Cristo muerto y resucitado” permite a la Iglesia dar una respuesta a “las más delicadas e ineludibles cuestiones que surgen en el alma humana frente al sufrimiento, la enfermedad y la muerte”.
“La fe en Cristo muerto y resucitado hace que esas preguntas encuentren el consuelo de la esperanza que no nos defrauda”, señaló el Pontífice al recibir en el Vaticano a 60 miembros del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, que celebran su sesión plenaria.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Según el Papa, “el mundo actual, que a menudo no posee la luz de esta esperanza, sugiere soluciones de muerte. De ahí la urgencia de promover una nueva evangelización y un testimonio fuerte de fe activa en estos sectores ampliamente secularizados".
"Este momento –agregó– supone un estímulo eficaz para redoblar vuestros esfuerzos en poner en práctica los programas para 'difundir, explicar y defender las enseñanzas de la Iglesia en materia de sanidad y favorecer su penetración en la praxis sanitaria', como se explica en el Motu Proprio 'Dolentium hominum' con el cual se estableció ese Pontificio Consejo".
El Papa recordó que ese dicasterio cumple 20 años en el 2005 y su propósito es "la difusión del Evangelio de la esperanza cristiana en el vasto mundo de los que sufren y de los que están llamados a cuidarlos".
"El Pontificio Consejo hace muy bien, por lo tanto, centrando sus reflexiones y programas sobre la santificación del momento de la enfermedad y sobre el papel especial que tiene el enfermo en la Iglesia y en la familia en virtud de la presencia viva de Cristo en todos los seres humanos que sufren".
Finalmente, aseguró que “los responsables de la Iglesia deben prestar una atención estimulante y activa a las estructuras donde el enfermo sufre a veces formas de marginación y de carencia de ayuda social”.
“Esa atención debe hacerse también extensiva a los sectores del mundo donde los enfermos más necesitados, a pesar de los progresos de la medicina, carecen de fármacos y asistencia adecuada. La Iglesia debe conceder una atención particular a esas zonas del mundo donde los enfermos de SIDA se ven privados de asistencia. Para ellos se ha creado especialmente la fundación 'El Buen Samaritano', cuya misión es contribuir a ayudar a las poblaciones más vulnerables con los medios terapéuticos necesarios", indicó.