En su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el Arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, expresó su “profundo pésame a los países afectados” por la tragedia en el sudeste asiático e informó que entre los diversos organismos católicos se ha recolectado hasta el momento unos 500 millones de dólares para asistir a las víctimas.
En su discurso sobre “Reforzar la coordinación de ayuda y socorro humanitarios de las Naciones Unidas en situaciones de catástrofe, incluida la ayuda económica especial”, el Prelado recordó que “desde el principio de la emergencia, Su Santidad Juan Pablo II manifestó su profundo interés, solicitando a los organismos de la Iglesia Católica a que fueran solidarios con todas las personas, sin excepción alguna, en cada una de las naciones afectadas por esta enorme tragedia”.
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“Las instituciones de la Iglesia Católica y los representantes pontificios presentes en los países afectados entraron inmediatamente en acción. Antes de nada facilitaron alimentos, ropa y cobijo a las poblaciones afectadas. Trágicamente, como se suponía, el grupo más afectado ha sido el de los niños pequeños: más de 50 mil han fallecido y decenas de miles se han quedado huérfanos. Por este motivo, nuestra mayor preocupación es el modo de ayudar a los niños supervivientes en las zonas golpeadas”, afirmó el Arzobispo.
El Prelado agregó que “en colaboración con el Pontificio Consejo 'Cor Unum', una larga lista de organismos católicos está ya utilizando fondos procedentes de todo el mundo que rozan los 500 millones de dólares, parte de los cuales se destina a ayuda de emergencia y el resto a proyectos de largo plazo a través de nuestras redes locales”.
Asimismo, el Arzobispo subrayó que “el impacto extraordinario de las fuerzas naturales ha desencadenado la respuesta igualmente extraordinaria de los pueblos y gobiernos de todo el mundo. Una manifestación de solidaridad mundial rápida y concreta como esa es seguramente una señal de la bondad básica de todos los pueblos del mundo”.
“Las naciones de todo el mundo deberían aprovechar esta oportunidad y la buena voluntad de los ciudadanos del mundo entero para lograr objetivos humanitarios decisivos que nos interpelan en estos momentos. Mi delegación espera vivamente que la solidaridad caracterice este año los programas políticos”, concluyó el Prelado.