El Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco, concedió una entrevista al diario La Razón en la que aborda los distintos desafíos de la Iglesia en el país y reitera que si los terroristas del grupo separatista vasco ETA no se arrepienten de sus crímenes, “están excomulgados”.
“Un terrorista, desde el momento en que emprende sus prácticas asesinas, se sitúa en el contexto de pecado mortal. Si no se arrepiente de sus actuaciones está fuera de la comunión de la Iglesia. Siempre que se comete un pecado gravísimo, como el terrorismo, se está fuera de la Iglesia, y en ese sentido podemos decir que los terroristas de ETA, al no estar en comunión, están excomulgados”, precisó el Arzobispo.
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Según el Purpurado, en España no hay una persecución “generalizada” contra los Católicos pero “la cultura española, en muchos de sus segmentos predominantes, no es precisamente cristiana, a semejanza de lo que ocurre en otras sociedades europeas, que se caracterizan de nuevo por formas doctrinales y éticas radicalmente relativistas”.
“En el fondo, lo que está en juego es el fundamento mismo de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales que, o se sitúa en el plano de la trascendencia, o se deteriora y derrumbará más o menos pronto”, indicó.
El Cardenal Rouco recordó que “tras la Segunda Guerra Mundial se produjo una crisis de valores que afectó a la sociedad y al Estado, y que se soluciona volviendo a las fuentes claramente cristianas”.
“Recordemos, por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que se aprobó gracias a los países de raíces cristianas. La URSS, sus países satélites, Arabia Saudí y la República Sudafricana se opusieron. Este capítulo de la historia reciente se ha olvidado demasiado rápidamente, y por eso hoy se corre el peligro de que esos mismos errores doctrinales se manifiestan e influyan en la vida cultural y social”, explicó.
Asimismo, abordó la polémica por la premiación con el Globo de Oro para la película española Mar Adentro, que propone como héroe a un hombre que buscó su muerte para librarse de una enfermedad terminal.
“La concepción del derecho a la vida es un problema que comenzó a plantearse hace más de dos décadas, aunque se hayan manifestado con más fuerza en los dos últimos lustros. Se relativiza el derecho a la vida, desde los no nacidos hasta los enfermos terminales. La fórmula que se sigue es la de endulzar los términos, pero esto no logra ocultar la maldad que hay detrás”, precisó.
Según el Cardenal Rouco, “en el momento en que una teoría doctrinal oficial limita el derecho a la vida, se abre la puerta a la negación de ese derecho, sin más. ¿Dónde se pone el límite de quién tiene derecho a la vida? ¿Los sanos, los guapos, los enfermos, la edad? No olvidemos los miles de discapacitados aniquilados por el nacionalsocialismo”.
Sobre la escasa presencia de católicos en la vida pública, el Purpurado consideró evidente “que hay una descompensación. No hay un reflejo en la vida pública de lo mucho que representa el mundo católico en España. Y eso se debe a diversas causas históricas o culturales”.
“Por eso, cuando hablo con los jóvenes, les animo a que elijan entre posibles caminos profesionales como el de la educación, la cultura y la política, los medios de comunicación, las profesiones más directamente relacionadas con la atención a los más necesitados. Hay que rechazar la tentación de ese afán por ganar mucho dinero y no poner toda la ilusión del futuro en conseguir triunfos humanos”, indicó.
transmitir a Cristo “con coherencia y testimonio