El Padre Joaquín Alliende-Luco, asistente eclesiástico internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), señaló que la tragedia de los maremotos en el sudeste asiático recuerda a todos que "nuestra estancia en la tierra es pasajera" y debemos "dar testimonio de una esperanza fundada en Jesucristo".
El sacerdote explicó que esta esperanza "va más allá de un optimismo puramente humano" y añadió que la tragedia del tsunami "ha dejado claro en todo el mundo que nuestra vida es un don constante de Dios y que resulta absurdo pretender que somos nosotros los que poseemos la clave para alcanzar la felicidad".
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El Padre Alliende-Luco indicó que esta tragedia "plantea un gran reto a los cristianos, porque nos obliga a abrirnos a una fe más madura y generosa". Agregó que los católicos estamos llamados a ofrecer "nuestras manos a Dios, unas manos que se entrelazan para rezar y que ofrecen una ayuda efectiva a los que sufren".