Al inaugurar la 83 Asamblea Plenaria Ordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), el Nuncio Apostólico, Mons. André Dupuy, pidió a los obispos del país ser testigos de la “verdadera esperanza” en medio de las dificultades que vive el país.
El Prelado recordó que “son más de cuatro años que comparto con Uds. las alegrías y esperanzas, tristezas y angustias del pueblo que les ha sido confiado”; y recordó las manifestaciones pacíficas que “honran a vuestro pueblo y a la democracia”.
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“Dos peligros amenazan -dijo Mons. Dupuy- a la verdadera esperanza: la presunción y el fatalismo. El primero indujo a Pedro a renegar; el segundo encerró a Judas en la traición”.
“Uds. y yo -prosiguió- estamos convencidos de que a la Iglesia le corresponde ser, para todos, mensajera de la verdadera esperanza”.
El Nuncio Apostólico explicó luego que “en una sociedad marcada por una crisis de difícil precedente, necesitamos la fidelidad, la lucidez y la valentía de los profetas del Antiguo Testamento, a fin de que la Iglesia permanezca, siempre, como un punto de referencia espiritual y moral”.
“El profeta es el que amonesta, el que desenmascara. Su palabra confiesa, no polemiza”, dijo Mons. Dupuy; y agregó que el profeta no es “un iconoclasta del poder, sino de sus abusos, cuando la autoridad civil, instituida para el bien común, se desvía en favor de uno solo o de un grupo”.
“Si la sociedad y el Estado desean que la Iglesia sea signo y agente de diálogo y de reconciliación”, advirtió el Prelado, “deben reconocerle y garantizarle el derecho de iluminar las realidades temporales a partir del Evangelio, aún cuando su juicio contradiga las opiniones e intereses particularistas de la una o excesivos del otro”.
Mons. Dupuy alentó finalmente a los obispos venezolanos señalando que “ante los acontecimientos que estamos viviendo, seamos humildes y realistas. Evitemos tanto el abatimiento como el optimismo ilusorio. No cerremos los ojos, estemos bien atentos para que nuestra esperanza no se convierta en resignación o en violencia”.