Durante la audiencia con el embajador de Croacia ante la Santa Sede, Sr. Emilio Marin, el Papa Juan Pablo II se refirió al patrimonio religioso de Croacia como el fundamento para construir la historia y aportar de los pueblos europeos, al tiempo que manifestó la disponibilidad de la Iglesia en el proyecto del bienestar de la sociedad croata.
Haciendo referencia a sus viajes apostólicos a estas tierras habló de “los signos de un cristianismo encarnado en la vida de las personas”.
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Agregó que “los creyentes saben que la paz no es solo fruto de planificaciones y de iniciativas humanas, sino sobretodo don de Dios a los hombres de buena voluntad. De esta paz, la justicia y el perdón representan pilares fundamentales. La justicia asegura un pleno respeto de los derechos y de los deberes, y el perdón cura y reconstruye desde sus fundamentos las relaciones entre las personas, que aún experimentan las consecuencias de los encuentros con las ideologías del reciente pasado.”
Más adelante, el Pontífice afirmó que “un desarrollo social y económico estable no puede no tomar consideración de las necesidades culturales, sociales y espirituales de las personas, así como debe valorizar las tradiciones y los recursos populares más nobles”.
“Y esto –agregó- con la conciencia que el creciente fenómeno de la globalización a nivel mundial, con consecuencias negativas para la nivelación de las diferencias sociales y económicas también al interior de Su País, podría fortalecer el equilibrio ya existente en las relaciones entre aquellos que llevan la ventaja de la siempre mayor posibilidad de producir riqueza y cuantos son dejados al margen del progreso.”
Finalmente, Juan Pablo II se dirigió al embajador haciendo referencia a las relaciones con la Iglesia a lo largo de la historia, resaltando que “la Iglesia ha desarrollado, también en el pasado reciente, un rol positivo para la reconciliación y la solución de no pocos problemas y tensiones”.