En el marco de la gran misión “Remar Mar Adentro”, la Arquidiócesis de Lima celebrará los 150 años del Dogma de la Inmaculada Concepción con diversas iniciativas pastorales y un Congreso teológico presidido por el Arzobispo Primado, Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne.
El 7 de diciembre, víspera de la Solemnidad, delegaciones de más de cien parroquias de la capital peruana llegarán a la Catedral acompañando la procesión mariana nocturna con la imagen de Nuestra Señora de la Evangelización.
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Durante la Vigilia, la Arquidiócesis se consagrará a la Virgen, mientras que cien jóvenes de distintos puntos de la capital se comprometerán a vivir en abstinencia, como parte de la campaña “Yo elegí amar bien”, que promueve la Comisión de la Juventud.
La Plaza Mayor por única vez bajará la intensidad de sus luces antes que se inicie la vigilia, para verse iluminada con el paso de la imagen de la Virgen María y la luz de las velas que portarán los fieles que la acompañen desde el Convento de Santo Domingo.
En el día central de la festividad, el 8 de diciembre, mil 300 niños provenientes de las parroquias y colegios de la Arquidiócesis de Lima recibirán el sacramento de la Primera Comunión, en una ceremonia solemne que será presidida por el Cardenal Cipriani.
Como preparación para la gran celebración arquidiocesana, se ha previsto que antes del 8 se realicen 6 sesiones de catequesis en las diversas parroquias, acompañando cada actividad con el rezo del Santo Rosario.
Finalmente, del 10 al 12 de diciembre, en el auditorio del Colegio San Agustín de Lima, se llevará a cabo el Congreso Teológico “La Inmaculada Concepción, una verdad de fe para el Tercer Milenio”.
La Inmaculada en Lima
Según relata el destacado historiador Armando Nieto, S.J., cuando la noticia del Dogma de 1854 llegó a América Latina, “nuestros países, organizaron muy solemnes celebraciones, desde el norte de México hasta el sur de la Argentina y Chile”.
En Lima, la celebración no pudo hacerse en 1855, ya que el 9 de febrero había fallecido el Arzobispo de Lima, Mons. Francisco Javier de Luna Pizarro. Fue su sucesor, Mons. José Pasquel el que dispuso que la fiesta se celebrase el 8 de diciembre de 1856.
El programa de entonces incluyó Misa Solemne y Te Deum, y una procesión de los patriarcas de las órdenes de La Merced, San Francisco, San Agustín y Santo Domingo en sus veneradas imágenes, a las que se sumaron las andas de Santa Rosa, San Francisco Solano y Santo Toribio.
Cerrando el cortejo venía la imagen de la Purísima, precedida de un coro de niñas vestidas de blanco y quemando perfumes en braserillos de plata. La procesión dio una vuelta a la Plaza Mayor.
Al término de la misma, el Arzobispo Pasquel dio a la multitud la Bendición Papal.