En una emotiva invocación en el Santuario de Santiago de Compostela, el Cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), pidió al Apóstol Santiago el don del coraje evangélico para los obispos y toda la Iglesia en España.
La Misa solemne celebrada mediodía en el Santuario Jacobeo, cerró con un gesto de devoción al Patrono de España una crucial semana de reuniones de la CEE.
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Durante la invocación dirigida al Santo, el Purpurado español recordó que “venimos en peregrinación al Sepulcro del primer Evangelizador y Patrono de España para implorarle su patrocinio sobre nuestras Iglesias diocesanas, la CEE y nuestro propio ministerio de Pastores de la Iglesia”.
“Pedimos al Apóstol, iniciador de la sucesión apostólica a la que, por la gracia de Dios, damos continuidad, nos empuje a un renovado testimonio y anuncio de Jesucristo, el Redentor del hombre, lleno de fidelidad y autenticidad apostólica y de frescura espiritual”; dijo el Cardenal.
“Que nos anime y dé fortaleza –continuó- para enseñarlo en su integridad, aun a costa de las incomprensiones del mundo e, incluso, de algunos hijos y hermanos nuestros”.
“¡Que efectivamente la Iglesia en España ante los nuevos retos de la cultura actual, tan tocada de la opción por la muerte entre nosotros y en toda Europa, aparezca como una Iglesia esperanzada que sabe comunicar y difundir la verdadera esperanza: la que brota y se alimenta del Evangelio de Jesucristo!”, exclamó luego el Arzobispo de Madrid.
“¡Que no olvidemos que este testimonio del Evangelio de la Esperanza lo esperan y necesitan especialmente nuestros niños y jóvenes y sus familias!”.
El Cardenal Rouco pidió además al Apóstol Santiago que “no permita que pasemos por alto o descuidemos la gran prioridad pastoral que tanto y tan ardientemente nos recordaba Juan Pablo II como de máxima urgencia ante el Nuevo Milenio por el que ha comenzado a transitar la humanidad: el primado de la Pastoral de la Santidad”. Porque “sólo volviendo a emprender el camino de una vida cristiana comprendida y llevada a toda nuestra experiencia personal y social con todas las ricas exigencias del Evangelio de la Ley de Dios y de las Bienaventuranzas, nacida y cultivada desde lo más hondo de la acogida a la gracia, volverá a resplandecer la fuerza y la verdad del amor que nos salva”, agregó.
Recordando el heroísmo misionero
El Purpurado, durante su invocación, hizo también un recuento de la incomparable herencia misionera española, destacando su “fidelidad y entrega al Evangelio sin vacilación alguna, que la hizo fructificar de forma esplendorosa en una rica y casi única historia de innumerables Mártires y Santos y en una pléyade inmensa de misioneros y evangelizadores que engendraron para Cristo y para la vida cristiana a pueblos y continentes”.
débiles y pecadores