En una amplia entrevista concedida al diario socialista italiano “La Repubblica”, el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, advirtió que el actual laicismo, que pretende excluir a Dios de la sociedad, es autodestructivo.
En la entrevista, reproducida por el servicio informativo vaticano Vatican Information Service (VIS), el Cardenal Ratzinger advierte que “existe una agresividad ideológica secular, que puede ser preocupante”.
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El Purpurado puso como ejemplo que en Suecia, “un pastor protestante que había predicado sobre la homosexualidad basándose en un pasaje de la Escritura, ha pasado un mes en la cárcel.”
De esta forma, “el laicismo ya no es aquel elemento de neutralidad que abre espacios de libertad a todos. Comienza a transformarse en una ideología que se impone a través de la política y no concede espacio público a la visión católica y cristiana, que corre el riesgo de convertirse en algo puramente privado y, en el fondo, mutilado”.
“En este sentido –agregó-, existe una lucha y debemos defender la libertad religiosa contra la imposición de una ideología que se presenta como si fuese la única voz de la racionalidad, cuando sólo es expresión de un ‘cierto’ racionalismo”.
La verdadera laicidad
“La laicidad justa –aclaró en la entrevista el Card. Ratzinger- es la libertad de religión. El Estado no impone una religión, sino que deja espacio libre a las religiones con una responsabilidad hacia la sociedad civil, y por tanto, permite a estas religiones que sean factores en la construcción de la vida social”.
Preguntado por la verdadera esencia del cristianismo, el Purpurado la describió como “una historia de amor entre Dios y los hombres. Si se entiende esto en el lenguaje de nuestro tiempo, el resto viene solo”.
Sin embargo, el Cardenal reconoció que Dios, en la sociedad contemporánea, “Está muy marginado”. “En la vida política parece casi indecente hablar de Dios, como si fuese un ataque a la libertad de quien no cree. El mundo político sigue sus normas y sus caminos, excluyendo a Dios como algo que no pertenece a esta tierra”.
El Cardenal señaló que “lo mismo sucede en el mundo del comercio, de la economía y de la vida privada. Dios queda a un margen”.
“Sin embargo, me parece necesario volver a descubrir, y existen las energías, que también la esfera política y económica tienen necesidad de una responsabilidad moral, una responsabilidad que nace del corazón del hombre, y en última instancia, tiene que ver con la presencia o la ausencia de Dios”, agregó el Purpurado durante la entrevista.
“Una sociedad en la que Dios es absolutamente ausente se autodestruye. Lo hemos visto en los grandes regímenes totalitarios del siglo pasado”, advirtió también.
El sentido de la sexualidad
Al ser preguntado sobre la Encíclica “Humanae vitae” y el tema de la sexualidad humana, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe explicó que “en sus primeros años de pontificado, Juan Pablo II ha ofrecido al problema un nuevo tipo de enfoque antropológico, personalista, desarrollando una visión muy diversa de la relación entre el yo y el tú del hombre y de la mujer”.
“Es verdad que la píldora ha dado lugar a una revolución antropológica de grandes dimensiones. No ha sido como se podía pensar al inicio, sólo una ayuda para las situaciones difíciles, sino que ha cambiado la visión de la sexualidad, del ser humano y del mismo cuerpo”, dijo el Cardenal.
“La sexualidad se ha separado de la fecundidad –agregó- y de este modo ha cambiado profundamente el concepto de la misma vida humana. El acto sexual ha perdido su finalidad, que antes era clara y determinante, de modo que todas las formas de sexualidad han llegado a ser equivalentes”.
“De esta revolución –explicó el Purpurado alemán- deriva la equiparación entre homosexualidad y heterosexualidad. Por eso digo que Pablo VI ha planteado un problema de muchísima importancia”.
Al hablar explícitamente de las personas homosexuales y de la homosexualidad en general, el Prefecto señaló antes que nada que “debemos tener un gran respeto por estas personas, que también sufren y que quieren vivir en modo justo. Por otra parte, crear ahora la forma jurídica de una especie de matrimonio homosexual, en realidad no ayuda a estas personas”.
El Card. Ratzinger explicó al respecto que la ley pro-homosexual presentada en España “es destructiva para la familia y para la sociedad. El derecho crea la moral o una forma de moral, ya que la gente normal habitualmente piensa que lo que afirma el derecho es moralmente lícito”.
“Y si juzgamos esta unión más o menos equivalente al matrimonio, nos encontramos con una sociedad que ya no reconoce ni lo específico de la familia, ni su carácter fundamental, es decir, lo que es propio del hombre y la mujer, que tienen como objetivo dar continuidad -y no solo en sentido biológico- a la humanidad. Por eso, la elección tomada en España no aporta un beneficio verdadero a estas personas, porque de esa forma destruimos elementos fundamentales de un orden de derecho”, agregó.
la opinión pública como otro tipo de matrimonio una Europa -por decirlo así- en decadencia la garantía del futuro de la humanidad